Regalo de Reyes

A Curri Sanchís, mi alter ego,  le han traído los Reyes un corrector de espalda. Escuchó una charlita de youtube donde un coach de moda asegura que lo único que hace falta para hacerte respetar es echar los hombros para atrás cuando alguien te acogota. 

No se puede decir que la acogote nadie. Ella no es así, sólo lee lo que le sube el ánimo, lo que la pone por las nubes. Es lo que tienen las relaciones on line de frases sueltas. Montas al individuo con sus momentos gloriosos y lo desechas, en caso de que se equivoque, con un clic sobre "Dejar de seguir". Es fácil enamorarse así cuando sólo te llega lo bueno y lo mediocre ni lo sospechas.

Pero Curri, ya saben, por si acaso, para curarse en salud, ha pensado que este Nuevo Año lo inicia con corrector.

Yo a Curri no me la imagino en pareja. Por lo menos en pareja estable. Me salió muy pindonga y enamoradiza. Le va lo efímero. Eso sí, cuando le da por alguien...le da.

Hace poco suspiraba por un alemán. Faveaba todas las fotos que mandaba, los recortes de autores conocidos que colgaba en su cuenta, sabía a qué hora se conectaba, a qué hora se despedía, le contestaba con risas abiertas o con ojos desorbitados por la sorpresa amorosa. Hasta estuvo aprendiendo unas cosillas para chapurrear un poco: 

-Ich bin Curri. Heute ist Montag und ich liebe dich.

Pero se rindió pronto. 

-Muchas consonantes, terrible el alemán, terrible.- se quejaba a sus otros contactos.

No le gustaba tener que usar el traductor de Twitter. Según ella resulta muy impersonal. Envidio a esos que son capaces de rechazar a cualquiera por una impersonalidad de nada.

Me gusta Curri, no se rinde, siempre en busca de quien le complazca más y mejor. 

Pero eso es mucho trabajo, y no estoy segura de que compense y menos a mi edad, en la que  las urgencias de la supervivencia de la especie se quedaron lejos. Sé que no vende lo que me pasa, a mí me cuesta soltar amarras, aunque me esté ahogando, aunque lo más sensato fuera decir ya basta. Y es que me parece una faena, por ser yo un poco pusilánime, dejar sin estabilidad a quien dice encontrarla conmigo. Pero, ¡joder!, ¡a lo mejor le pido prestado a Curri el corrector!