Carlota

(Para Noelia, Ilham y Mohammed, por esos dibujos que me mandan alegrándome el día)

La araña Carlota soñaba con trabajar en el circo.
- ¿Qué tendré que hacer?- Se preguntaba mientras se balanceaba cabeza abajo.
- Creo que necesitaré un lugar  donde actuar.- Se dijo.

Buscó y buscó hasta que encontró lo que parecía una buena pista. Pasó todo un día haciendo piruetas, lanzándose de un poste a otro hasta que cayó rendida.



Al día siguiente preguntó a una cabra que estaba pastando por allí.
-¿Tú sabes lo que tengo que hacer para ser trapecista?
La cabra pensó un rato.
- Pues no estoy muy segura porque nunca he ido al circo... Pero me parece sensato que entrenes con una red. - Le dijo con la boca llena, sin dejar de rumiar.
-¡Claro! ¡Una red!
Carlota se puso inmediatamente a trabajar.  Después de una mañana hilando y tejiendo, su red empezó a tener un sólido aspecto y Carlota se sintió satisfecha.
Siguió trabajando toda la tarde hasta que la vio terminada.

Se quedó dormida y la luna la tapó  con una sábana de luz blanca.
Carlota soñó que daba volteretas vestida con un traje de seda.

El tercer día Carlota pensó que sin focos su actuación no tendría tanta gracia. Pero aquello no sabía cómo resolverlo. Si esperaba a la noche ¿quién iba a ser su público?

Por suerte su amiga, la luciérnaga encontró la solución.

Aquella noche, en el prado, un grupo de luciérnagas iluminaron a la Gran Carlota.  Ella saludó con mucha ceremonia a un grupo de mosquitos que, animados por la luz, se acercaron a verla y...

Cayeron en su red rendidos de admiración.

Aquella noche, Carlota, con su estómago bien lleno, soñó con los aplausos de un público zumbón.

Y colorín colorado... Este enredado cuento ¡se ha acabado!