Duermevela

Se me vino la imagen en el duermevela,  como si la hubiera pintado Quentin Blake, uno de mis ilustradores favoritos, y me dio risa.
Iba tirando  de las riendas, yendo a pie para cruzar un vado, engatusando al caballo con terrones de azúcar y zanahorias.
Ví pasar también yóckeys  con camisas de cuadros y miradas furibundas a galope tendido sobre sus monturas. Algún otro con cara de no saber lo que pasaba, enganchado en el muro de seto que tendría que haber superado mientras su caballo se revolcaba de la risa, las patas delanteras sujetándose la panza.
Las fustas agitándose en el aire, el ruido de barrena en movimiento de todos los participantes  al correr. Ví algún niño con cara de entusiasmo, encaramado a un palo del hipódromo.
Seguía la carrera y vi como un jinete rechoncho  intentaba que su caballo saltara empujándole con su espalda en el trasero.
También había una chica, melena tiesa y mirada aguda, un lápiz en la oreja, saltando como sin prisa por los huecos que otros habían abierto en los setos.
No sé por qué pensé que no podría desprenderme del caballo, así que me senté mientras pastaba y me dediqué a ver el espectáculo.
Creo que me dormí antes de volver a montarlo. Al despertarme le echaba de menos. Espero que me esté esperando en la orilla del sueño.

Comentarios

  1. Una carrera original y, tal vez, algo caótica... Lo de que te espera el caballo, no sabría decir. Suelen ser muy suyos :))))

    Abrazos Loles.

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