Mi ojo luz

Mi ojo luz se mueve por la oscuridad sin miedo. Memoriza los pasillos de la casa. Los recorre descansando, los párpados cerrados o abiertos. La casa, en su silencio, le devuelve la mirada. Lazarillo callado son las manos, que apenas rozan el aire de las esquinas. La música ama el sonido y el silencio. Mi ojo,  la luz y la no luz.
Cuando despierta, acompaña a cada mota de polvo en su caer cadencioso por el primer rayo del día.
La ve titilar en las gotas que quedan en el grifo. Posarse cálida detrás de la ventana. Filtrarse sorteando la espesura del parque. Despertar la piel, teñirla de canela. Hacer que los infantes la conozcan entre muecas y guiños.
Persigue las sombras que dibuja, las zonas que ilumina, que llena de color y de brillo.
La ve correr por la campiña huyendo de las nubes.

Me hace gestos cuando quiere que la vea: atrapada en un cristal, en toboganes de metal por los que juega. Me acompaña a diario ese ojo de luz que la complace, pues sabe que la encuentro en el agua que bebes, en el color del vino, en la curva de tus ojos.
Y la busco y la encuentro y me llena de alegría.

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