Perdón mucho

Lazarillo tiene tres años. A estas altura de curso ha conseguido mucho: control de esfínteres, una dicción algo más clara, seguir algunas instrucciones...
Lazarillo entra en el cole por las mañanas con el puño en alto, voces de guerrero, el gesto fruncido y ojos de sueño. Antes se tiraba al suelo. Ahora se pone en fila o corretea por hall de  entrada del colegio, donde hacemos la fila. 
Está asilvestrado y le gusta jugar a peleíllas. Se le va de las manos... y de la boca, que a más de uno le ha dejado la marca de sus dientes. Cuando eso ocurre, después de intentar disuadirlo con distracciones y decirle varias veces que no se pega sin resultado, lo sentamos en el murillo de contención que limita nuestro patio. Mientras charlamos con él para tranquilizarlo y explicarle que no le vamos a dejar que pegue, él nos amenaza con bajarse de un salto.
- ¿Qué te han hecho los niños? ¿Por qué les pegas?
Con su media lengua explica que le quitan la pelota.
- Es que hay que jugar pasándola. ¿Tú no has visto a los futbolistas en la tele?
-¡Bajar!- reclama
- No puede ser Lázaro, es que no vale jugar a pegar en el cole
Cuando ve que no consigue salirse con la suya nos echa los brazos y nos dice con desesperación: 
-¡Perdón mucho!
A su intento de pedir disculpas el guión exige  una declaración  de intenciones que es siempre forzada:
-¿Vas a pegarle a los niños?
- Chí.
- Pues entonces no te puedo bajar.
Tuerce el gesto. Le volvemos a hacer la pregunta:
-¿ Quieres  jugar?
-Chí
- ¿Le vas a pegar a los niños?
- Chí.
El otro día fui yo la que mantuve con él la conversación. Es tan menudo, tiene tan pocas referencias que me salió darle un abrazo mientras le decía que no podía ser, que en el cole no podemos jugar a pegar. 
Me miró con ojos de pícaro. Me dio un abrazo todo lo achuchao que puede un niño de tres años con el que me metió en el bote, y me dijo;
-¡Amiga!- que sonó sincero.
-Tú también eres mi amigo. No podemos jugar a pegar. ¿Quieres jugar sin pegar?
Puso cara de compungido pero dijo que sí con la cabeza. 
Es posible que sólo sepa contestar diciendo sí, o que entienda que si no, no lo bajamos del muro. 
- A jugar. - ¿Qué otra manera de aprender a jugar hay si no es jugando?

Comentarios

Entradas populares