Un tacón de aguja

 A Curri se le ha roto un tacón. Se empeñó en ponérselos de aguja. De esos que si tienes miedo a las alturas provocan vértigo. 

- Para presumir hay que sufrir- se dijo mirándose al espejo. 

Se enfundó una falda de tubo y una blusa de escote generoso. Se maquilló y peinó dispuesta a conquistar el mundo o a algún guayabo y pidió un taxi.

El Mercado San Miguel no es lo que era antes de la pandemia, pero estaba lo suficientemente concurrido para provocar más de una mirada de deseo y, con un poco de suerte, alguna cosilla más. 

Así que en cuanto se bajó del taxi canturreó para sus adentros esa que le cantaba su abuelo:  "Pisa morena, pisa con garbo...",

¡Vaya que si lo hizo!  Un tacón quedó atrapado en una de las rejillas de los escalones metálicos. Dio un traspiés con tan mala sombra que el zapato quedó mutilado sin remedio.

- No pasa nada Curri - se dijo -  es sólo un tacón. 

Se recompuso como diciendo "no ha sido nada, gracias" a la chica que le interrogó con la mirada, y entró como si estuviera buscando a alguien.

La diferencia de altura era tan grande que se puso a rebuscar en el bolso. 

- ¡Joder! ¿Quién me mandaría cambiarlo en último momento? -  Y como no llevaba las bailarinas de repuesto disimuló andando de puntillas lo mejor que pudo

Curri es una mujer de recursos. No se amilana por tan poca cosa. Se acercó al más guapo de una de las barras. Le lanzó un pestañeo con mirada inocente y se aproximó, con la mascarilla aún puesta, como si  fuera a hacerle una confidencia:

- ¿Puedes hacer un favor a una chica en apuros?.- Le dijo señalando a su no tacón-  ¿Me acercas un taburete?

Pegó la hebra, como de costumbre. Se tomó una copa, le invitaron a otra... Lo que pasó después no ha querido contármelo. Curri es así. Te deja con la imaginación volando. 

Lo que sí sé es que se ha comprado otros zapatos del estilo. Tal vez tiente a la suerte de nuevo o tal vez la esperen junto a la puerta de atrás, donde las escaleras no tienen agujeros.