A camera obscura

Hay en Tavira, en el interior de un antiguo depósito de agua sobre su andamiaje, una cámara oscura. En ella ves moverse por la ciudad, bocabajo,  autos, animales y personas en tiempo real. Todos los edificios apuntando a las profundidades de la tierra y, por suelo, un mar salpicado de nubes y de pájaros.

Fue allí donde me contaron la historia de Rafael, y si la cuento es porque hoy celebramos su santo, como homenaje a su singular manera de ver la vida.

Rafael, Rafa, estaba viendo como flameaba el aire en las siestas de su ciudad natal. Soñando con convertirse en aire, con disolverse en esas líneas bailantes que daban un aire de espejismo a todo lo que quedaba tras ellas y parecían meterse entre las piernas de las muchachas sin reparos.

Debió permanecer mucho rato en esa ensoñación que le arqueaba la comisura de los labios hacia arriba y le hacía entrecerrar los ojos. Tanto, que algún mecanismo de ellos quedó bloqueado y quedaron convertidos en cámara oscura.

Rafa sintió vértigo, un vértigo horroroso. La sensación de que el suelo se había disuelto y a la vez le oprimía como un límite superior excesivamente cercano. En cuanto a la base... Inestable hasta de color, tenebrosa durante las noches más oscuras, era como una sima bajo sí mismo.

Ningún neurólogo supo poner remedio a aquello que le pasaba, aunque: 

- No hay que perder la esperanza.- le decían- La plasticidad del sistema nervioso es tan grande que igual aprendes  a ver de nuevo con otro circuito neuronal.

Fue pasando el tiempo y Rafa se acostumbró a ver las cosas bocabajo. Al poco tiempo, su sistema nervioso se fue  acomodando. Ya sabemos que nos hace ver como creemos que son las cosas, no como son realmente. Así que todas las faldas empezaron a volverse hacia su suelo dejando al descubierto piernas y culos de todos los formatos.  Las chicas que conocía se cuidaban mucho de ir en pantalones porque no es de recibo mostrar intimidades así, como si no hubiera un mañana. También dejó más de un ombligo al aire por tener el "jarapillo" suelto e infinidad de carteras y móviles derramados por el suelo, tal era su poder de seducción que las cosas se comportaban en la realidad como él las veía

Tender la ropa con él era un espectáculo, porque las sábanas caían hacia el cielo y si acaso goteaban o llovía, las gotas volvían hacia el cielo, lugar divino del que nunca quisieron escapar.

Llegó un verano que batió todos los récords por altas temperaturas. La flama ondeante dejó una ciudad evanescente, casi irreal, y Rafa se disolvió entre las piernas más largas y bonitas que encontró cruzando el puente.

Comentarios

  1. Que placer leerte y disfrutar de tus relatos.

    Muy divertido ver las cosas boca abajo, otra manera diferente de ver la vida.

    Que imaginación la tuya. Siempre disfruta de tus historias.

    Besos enormes.

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