Mañana más

Limpió la mesa de papeles y libros que nunca le daba tiempo a leer. Tiró  legislación, papel donde probaba los colores, cuadernos viejos, fotocopias inservibles. Guardó en la mochila los envases de plástico que tanto juego le daban en la escuela. Sacó de la estantería libros de texto con más de 15 años. Reorganizó todo el material que tenía de pintura en la balda recién recuperada. En la cama sólo quedaba la colcha bien puesta. En la mesa: el ordenador, la lámpara y un bote con lápices, bolígrafos y cuatro tonterías. Casi no reconocía la habitación.
-A ver lo que me dura.
Se sentó poniendo sus pies descalzos sobre la base giratoria de la silla.
-Ya solo me falta ordenar lo que quiero hacer sin distraerme-
Pasó un ratito dirimiendo por dónde empezar:
-Leer en español, leer en inglés, preparar clases- Y cuando ya se había decidido ocurría  algo que era necesario atender: un picor en la cabeza, la exterminación de dos piojos y su posible descendencia, una cita en el médico, un café con unos amigos, una visita a sus padres, merendarse un mango, comprar cebollas y patatas, cenar con su marido, llamar por teléfono a su hija, mirar quién rondaba las ventanas,  hablar con los amigos, emocionarse, leer un poco de poesía, elegir alguna greguería... las doce.
-Mañana más.-
En la cama sólo está la mochila que se tiene que llevar por la mañana y una caja de madera que le regaló la frutera. Todo desaparecerá cuando se vaya.
- Al menos el cuarto permanece ordenado. ¡Bien!

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