Babel

Los textos invadieron su noche. Textos  que se superponían, sólo inteligibles en los cambios de párrafo cuando se silenciaba alguna de las voces y de los que emanaba una bruma negra. Intuía que eran textos fluidos, con facilidad para ser leídos, que casi se escribían solos. Luego esa especie de niebla que era la vida del texto, iba cambiando de color, volviéndose de un violeta grisáceo.
Páginas que no cesaban de leerse a sí mismas en alto y oía maravillado sin acabar de poder asirlas.
Noche tras noche. Como si aquello en lo que no invertía su tiempo se rebelara reclamando insistentemente ser expuesto, pidiera salir.

Bautista miraba desde fuera, en un segundo sueño que lo habitaba envolviendo al primero. Lo miraba  interrogante.
-Aquí los tiene. ¿No era eso lo que quería?
Despertaba antes de que sonara el despertador.
-¿Cómo? ¿Qué decían?- y luego, con un poco de fastidio-  ¿Por qué hablarán todos a la vez?


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