Los inmortales

 -¿Cuántos años tienes?
- Mi abuelo murió con 98 años, de  sus hermanas: una con 107, otra con 104, el resto  fueron todos nonagenarios, con excepción del padre de Félix, que murió muy joven, en la guerra.
Así que, si me preguntas que cuántos años tengo, te diré lo que Félix decía a los indios de Mato Grosso para explicar el sentido figurado de algunas expresiones: ¡Soy inmortal.

-¿La de 107 era tía Teresa?
-Sí, de ella  hay una anécdota divertida. Cuando tenía 105 le escribió a su sobrino José Antonio, cura.
Cómo verás estoy muy bien atendida. En lo físico por mis hijas que nunca me dejan sola. En lo espiritual por el párroco que me visita todas las semanas. Ya sólo me falta tener ganas de morirme. Aunque de momento no tengo ninguna.

De  tía Joaquina, una tía de mi abuelo que murió con 104, hay otra. Otro sobrino, también cura, fue a verla. Cuando le comentó que no sabía lo que hacia aún viva, que solo daba trabajo él le dijo:

     - Tía Joaquina, en eso de la fecha de caducidad es Dios  el que tiene la última palabra.
     - ¡Pues en mi caso, se quedó mudo!

 -¿ Y la familia de tu padre era igual?
-No todos, aunque mi tía Concha murió con 104 creyendo que las hijas del Zar merendaban con ella todas las tardes. Antes de eso, con noventa y muchos, solía decir divertida:
      -Yo nunca he lavado un plato, y con la edad que tengo  no creo que  tenga que hacerlo jamás.

-¡Inmortal!- repitió asombrado- ¡Pero tienes el pelo blanco!
-Eso es porque además de inmortal ¡soy vieja!





Comentarios

  1. Menuda herencia, eso es vivir la vida. Un relato muy bien llevado de principio a fin.
    Un saludo

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    1. ¡Y que lo digas! ¡La cursiva y todas las cifras fueron verdad!

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