Veo, veo

- Veo, veo

-¿Qué ves?

- Dos locos rodando tripas abajo. Uno quiere ser protagonista. Viene de fuera y en el mundo exterior está altamente cotizado.

-¿Y el otro?

-El otro (igual es la otra, están tan enredados que no se distingue con claridad), se siente protagonista y quiere echarlo de su territorio. para eso están dentro del cuerpo. Hay múltiples barreras físicas. ¿es que no lo ve ese listillo? Están la sangre, las vísceras, tejidos blandos, la piel (ese guerrero). 

Pero le faltan argumentos. No tiene. No entiende de ellos. ¡Y pesa tanto lo que llega de fuera...! Los espejos ayudan al de fuera, los malos espejos, esos que no le devuelven su mirada, que le hacen verse deformado. ¡Con razón la duda! Si es que dentro está solo, por más poderosas que sean sus razones. No. Sus razones no, que no se trata de que las esté razonando. Es que siente de forma contraria a lo que la razón aconseja (esa que está adiestrada con lo que llega de fuera)

En fin, que cada vez que entran en conflicto, se enredan  y dan de tortas. A veces ruedan tripas abajo con volteretas de a dos. El cuerpo se queja entonces de malas digestiones. Otras se enzarzan justo debajo del cuello, en el trapecio, como jugando a trapecistas, o siéndolo, vaya usted a saber. Y el cuerpo, ignorante de sus peleas, reclama relajantes.

A veces se dejan caer espalda abajo. Se agarran con uñas y dientes a las lumbares o se deslizan por el ciático causando estragos y más de una cojera ocasional.

Y esa boca se niega a poner palabras que desenreden. Que no le valen, dice, las que conoce. Cómo le van a valer si no consigue cruzar dos palabras con su adversario sin sentirse fuera de lugar o siendo inapropiado, poco preciso. 

Y como cuerpo no consigue poner paz a tal discordia, boca no pone palabras que ayuden a desfacer los entuertos y fulanito sigue en las nubes, llegan los sueños. Se enredan los pies en las sábanas mientras conduce por carreteras estrechas con precipicios. No llega al freno. El acelerador sigue pisado aunque levanta el pie... 

-  ¡Joder qué angustia! ¡Menuda guerra!

- ¿Los ves ahora?

- Espero que no siempre estén a tortas. Me toca. Veo, veo

- ¿Qué ves?


Comentarios

  1. ¡Qué maravilla! He entrado en la historia de lleno, fantástico.

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  2. Creo que yo también soy de pelear, brazos a lo molinillo, conmigo mismo y con el mundo. Vaya enredo de sueños, sí. Tú siempre tan metafórica, como la vida; la vida tan metafórica y tú siempre retratando sus metáforas.

    Un abrazo, Loles.

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