Detrás del espejo

Detrás del espejo se esconde, sin saberlo, quien mueve al que se mira en él. Y detrás de él otro espejo esconde a quien le mueve. Un tercero,  un cuarto, un quinto espejo,...y sólo hay que romper el primero para romper la cadena. 

El que se mira se cree motor, dueño y señor de su movimiento. El patrón de movimiento, sin embargo, no es suyo, no suyo del todo. Más bien infinitesimalmente suyo. Porque el actor que desencadena las imágenes que parecen originarias desconoce la porción de él que será reflejada. 

Lo leyó. No acababa de gustarle. No conseguía transmitir esa desazón de darse cuenta de que no te mueves tú sino el patrón de otro o provocado por otro. Tampoco la descarga que le suponía entender, por fin, que podía ser cierto eso que a veces le decían, que la interpretación que ella daba no se ajustaba para nada a la intención del que le hablaba. Que era el falso reflejo, el movimiento mil veces repetido por el que estaba tras el espejo, el que le hacía creerlo.

En su espejo principal creía ver alguna que otra grieta. Ojalá se hiciera añicos. 

¿Y después qué?

Después ya veremos.

Comentarios

Publicar un comentario

Entradas populares