Parle On Français

Me enteré de un mirlo blanco: una vacante en la Escuela de Idiomas, en francés. Tengo sobrinos-nietos franceses y me gusta estar con ellos. Pero no sé apenas nada. Total, que la solicité y me la concedieron, con la única dificultad de que tenía que hacer la matrícula en los dos días siguientes a la concesión. 

Trabajo por la mañana. Pedí la última hora. ¿No me iba a dar tiempo de pagar unas tasas y entregar los papeles en una hora?

A punto estuve de tirar la toalla tres veces. De mi trabajo a la Escuela de Idiomas hay unos quince minutos de coche. Paré a mitad de camino, en una zona con tres bancos,  entidades colaboradoras de la Administración los tres. 

-Quiero pagar unas tasas

-¿Tiene cuenta?

- Aquí no.

- Lo siento, no podemos atenderle. El horario de caja es de ocho y media a once.

Me sentó a cuerno quemado y fui a la siguiente. Tres cuartas de lo mismo en las dos oficinas que quedaban. Comprendo que nadie sabía que sólo tenía esa hora, pero me entraron ganas de preguntar si tan mal les trataba la Administración para que no me pudieran cobrar 55 euros.

Me fui al centro, donde la concentración de oficinas principales de la mayoría de las entidades bancarias es tal, que a pie las puedes recorrer en menos de veinte minutos. Hasta seis nuevas oficinas, alguna cerrada ya al público. No estaba tan a mano pero en la oficina principal de Bankinter tengo algunas acciones heredadas de mi padre. No la uso jamás porque la usufructuaria es mi madre pero, al fin y al cabo, la cuenta también es mía. Allí me planté esperando la consabida pregunta y dispuesta a decir que sí. 

No hizo falta. Llegué a la secretaría cinco minutos antes de que cerraran, pero me fui casi cuarenta y cinco minutos después por un problema con la matrícula de una chica que estaba delante. Salí corriendo, muy contenta de haber logrado la proeza de pagar mis tasas y haberme matriculado en un tiempo récord. Pero en la carrera perdí la cartera. 

Ahora estoy sin DNI, ni carnet de conducir, ni tarjetas de crédito ...

Estoy pensando que tal vez sea la ocasión de cambiar de identidad, ponerme huellas dactilares falsas, decir que he muerto, cobrar el seguro y poder comprarme un pisito que he visto para el cual tendría que pedir hipoteca. 

¡Mierda! ¡No puede ser! ¡No podría entrar en la Escuela de Idiomas!

Comentarios

  1. Qué bueno, pues sabes qué, pienso cómo tú. Eso sí, te quedaste sin el francés como lo hagas, ja ja. Me ha encantado tu entrada. Besos :D

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. ¡Qué mal me sentó perder la cartera! Y es que no podía volver sobre mis pasos porque tenía cita con el podólogo y no me venía nada bien faltar. Cuando pude ir no había ni rastro.
      Pero estoy feliz con mi plaza en francés. Aurevoire!
      Un abrazo Margarita

      Eliminar

Publicar un comentario

Entradas populares