Si se acercara la brisa

La hora a la que los ejércitos de limpieza pasan por tu calle armados de sopladoras y barredoras mecánicas.  La acera, casi desierta, se recoge el filo de la falda cuando se acerca el cepillo rotatorio. Pienso en tí. La sopladora suena y no lo oyes. Esta vez no. También te estás perdiendo el vientecillo casi extravagantemente cálido para esta época del año. 

Calles solitarias. Terrazas aún llenas con caras de sueño y sonrisas cansadas despidiendo el verano que aún no se marcha. Los escasos paseantes, de cualquier edad, (hay de todas), en pantalón corto y sandalias, aprovechando la tregua del sofoco. Por si mañana. Por si pasado. Haciendo como si ya hiciera fresco.

Se ha asomado un reloj idéntico al de la casa de Valencia a la ventana donde trabajas. No suena el tictac, ni las horas. Se ha quedado embobado mirando a los viandantes. Tal vez sólo descansa de correr con el tiempo. Creerá que le ha ganado y se paró a esperarlo.

Las calles se prolongan y se expanden. No hay luna. Las estrellas me guiñan con descaro. 

- Aunque suba la cuesta no os alcanzo.  Si se acercara la brisa...