Ojalá
Hay luna grande en Argelia. Una hija se baña en el mar. Su padre la abraza.
Te vas a quedar a cuadros cuando te cuente lo que nos vendían a nosotros. El mar, ese mar de olas en el que nos bañábamos en verano, era de todos, pero el amor, ese que abraza y besa, que acoge al que se cae o al que está triste o desesperado, estaba reservado a los casados y a las chachas. Las olas de emoción se barrían siempre debajo de la alfombra, y si alguien podía levantarla para acercarse físicamente, ese era el hombre, que era el que conocía mejor las necesidades de los cuerpos. A los casados porque eran ellos los que protegían a su amada, para demostrarle su amor de forma responsable, que era en el seno de una familia donde debían nacer los hijos. Ellas que se abrían al misterio de la maternidad de esa manera. No antes. Qué locura era esa de dejarse llevar por los instintos.
Nadie ganaba. Ni los hijos, ni las hijas, ni los padres, ni las madres.
No todas se lo creyeron. No todos se lo creyeron, pero...
Aun así el camino no ha sido tan fácil como sería deseable, ¿a qué si no tantas diferencias, tanta lucha entre los géneros?
Aun así el camino no ha sido tan fácil como sería deseable, ¿a qué si no tantas diferencias, tanta lucha entre los géneros?
Qué difícil ha debido ser para ellos tener que interpretar si la falta de deseo era eso o era exceso de responsabilidad, apariencia de querer hacer las cosas bien, un deseo de no ser tomado por lagarta, falta de espontaneidad, secuelas de una moral encorsetada, anorexia mental o infantilismo. Si la expresión del deseo un ser en exceso facilona. Qué fácil abusar considerando al otro tímido o inexperto.
Qué difícil para ellas saber si lo que sienten es legítimo, ¡es todo tan oscuro!
No siempre fue el deseo físico lo que estuvo entre rejas. También se les dio a ellos el peso de tomar todas las decisiones, que ellas eran más débiles, incluso de pensamiento. No todas se lo creyeron. No todos se lo creyeron... Pero aun hay culturas que consideran el acceso de ellas a la educación una pérdida de tiempo cuando no casi aberrante.
Pero se van encendiendo las luciérnagas, algunas velas, faros. La luna dio su luz a una familia. Fue amable con la hija que se quitó el velo, se adentró en el agua, nadó y cuando dijo a su padre que todo estaba bien, él la abrazó.
Ojalá siempre una antorcha.
Ojalá siempre una antorcha.
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