Cara de Luna

Apenas tenías diez años cuando Cara de Luna decidió salir a recorrer el espacio. Había aprendido de sus maestros todo lo que necesitaba saber para sobrevivir y supo que era el momento. 
Recorrió el Océano de las Tormentas, un amplio desierto en el era fácil desorientarse y sucumbir a la desesperación. 
Después de dos semanas caminando en la más terrible soledad llegó al cráter de Copérnico, sí, cerca de ése donde alunizó el Apolo XII. Allí se tumbó a dormir esperando un milagro y soñó.

En su sueño alguien le ofrecía una mano, le daba agua y algo para comer. No conseguía verle la cara ni entendía sus palabras pero sabía que le cuidaba. En el mismo sueño se quedó dormido con sensación de haber quedado satisfecho y sentirse seguro.

Al despertar se encontró mucho más liviano. Pudo recordar las enseñanzas recibidas. De su mochila sacó un sextante y el catalejo. Enfocó en la dirección adecuada y vio las velas del barco que le aguardaba en el Mar de las Olas.

Navegó como grumete. Se esforzó cuanto pudo y el día en que llegaron al Mar de la Tranquilidad fue nombrado argonauta.

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