A la velocidad de la luz

Llegaron rodando en sus bolas de luz. No ellos, sino las bolas. ¿Quién iba a decirles que la forma de teletransportarse incluiría un movimiento externo y la necesidad de unas gafas opacas para no quedar ciegos?

- ¿Estáis bien?- Preguntó la comandante de la misión
 Un zumbido como de tubo de neón los envolvía. Se trataba de  un sistema de seguridad para  no olvidar desconectar la plataforma. Estaba conectado a las  gafas. Se desconocían las consecuencias físicas para el que atravesara la luz transportadora. Las experiencias con animales tenían resultados ambiguos. Algunos parecían alargar su vida media. Otros, sin embargo envejecían a mayor velocidad.

- Todo en orden. Desconecto ya.
 De la tercera bola no salió ningún sonido y hubo un momento de tensión. Unos segundos después entendieron lo que pasaba.
Era la hora del crepúsculo. El fondo de la meseta más profunda presentaba unas líneas de tierra resquebrajada cubiertas de las sales que se acumularon tras la estación de las lluvias. Un horizonte de llamas solares las habían teñido de un rojo intenso creando un paisaje sideral. El tercer pasajero no podía contener la emoción. Sacó el teléfono. Hizo una foto. Escribió un pequeño mensaje.

"A veces necesito ver un pequeño reflejo para poder apreciar la fuente de la que me llega la luz"

- Estoy bien-dijo luego.
Recogieron muestras. Anotaron tiempos. Midieron la altura de los bordes de las células. Guardaron todo. Se hicieron un chequeo exhaustivo de las constantes vitales. Subieron a la plataforma. La comandante hizo las últimas comprobaciones. Conectó  los teletransportadores de sus compañeros. Mandó un mensaje a la nave avisando que volverían en diez segundos. Se puso las gafas. Comenzó la cuenta atrás.
Antes de llegar a cero notó la adrenalina en los músculos.
-Sólo será un momento- se dijo.

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