Trampantojo

La puerta no se abre cuando uno quiere. A veces parece puerta y es sólo mirilla o trampantojo. Pero se empeñó en salir por donde fuera. Fuera. Para salir fuera.

Salió. Creyó que salió. Todo espejo. Ni dónde ni nada. Un poco decepcionante la verdad. ¿Era eso para lo que había salido? ¿Pero estaba fuera? Y solo. Sola. No sabía bien. Desde aquella tarde en la que fue a Alicante y encontró a su mejor espejo, el que mejor la enfrentaba a ella misma,  convertido a la hora de la despedida  en una muchacha tan elegante, tan atractiva, que le hizo volverse:

-Estás muy guapa- le dijo con la mirada y la sonrisa. No se lo dijo en alto por si la oían. Malpensados, correveidiles que irán con el cuento de si le ha dicho, si se ha fijado.

Luego se despertó. ¿Él una ella? ¡Qué bien le quedaba el vestido! 

Antes de encontrarlo había llevado un bebé a caballo enredado en su pelo. Cruzaban un río y el crío subía los pies apoyándose en sus orejas para no mojarse. A veces le pisaba la nariz. Fue divertido. Cosquillas. Se reían aún en la despedida.

La puerta no se abre cuando uno quiere. A veces lo hace cuando miras a otro lado. Se esconde. Se transforma. Es huidiza.




Comentarios

  1. Waaaaooooooo!!

    Menudo "trampantojo" entre la puerta y la mirilla, el bebé y las orejas... jajajajjajajaja... El caballo y el vestido...

    Abrazos Loles. Nos hacía falta algo así en mañana de puente.

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    1. Jajajajaja, loco, loco, como los sueños. Un abrazo Ernesto

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  2. ¡Qué bueno Loles! Ja ja, me ha encantado. Besos :D

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    1. Gracias Margarita! Me alegra si te hace reír. Un abrazo

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    2. Que dificil es comentar en tu blog
      pero bueno aqui estoy buscando donde poner la letras Me encanta lo que escribes eres sublime

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    3. jajaja, gracias Mucha. A veces escribir a lo loco me desbloquea. Gracias por el piropo! Un abrazo

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