Paradón

-  La punta más extrema es la que duele. ¿Será que no quería ir a la playa? Error de cálculo. Se caía. Creo que sólo quise salvar la botella.-

Eso decía para sí el butanero después de que se le cayera sobre el dedo gordo del pie no una bombona de butano, sino el regalo que le había hecho su anciana vecina.

- ¡Mira! Que mi Pepe ha encontrado trabajo envasando aceite. Ésta para tí.

Era preciosa, cuadrada, de cristal gordo. Con un litro de aceite de un dorado opaco que parecía contener el sol de la mañana. El tapón como el de las botellas de whisky.

 Ya a solas la izó un poquito para verla mejor. El tapón no estaba unido a la banda metálica que adornaba el cuello de la botella y, sin comprender muy bien lo que ocurría, la vio deslizarse a toda velocidad bajo sus dedos.  El resto fue  un dolor agudo sobre el pie y una sonrisa incrédula al comprobar que la botella seguía intacta. 

- ¡Sí que es dura! ¡Joder, joder, cómo duele!

Fue a por hielo y a buscar en el botiquín alguna pomada antiinflamatoria. Lo más parecido que encontró fue el "catapún", la barrita de árnica que usaba su mujer para los chichones del niño. Se embadurnó todo el dedo y respiró hondo. 

Cuando creyó que empezaba a hacerle efecto se puso el zapato e intentó andar.

- Me lo he jeringao, nunca antes me ha dolido así. Joder. De la playa casi me alegro, si no voy eso que me ahorro, Total, calor hace en todos sitios y para bañarme me voy a la piscina pública. Pero la semana de senderismo por Grazalema y el camino de Santiago... de eso no me acordaba. ¡Joder con la botella! Que no cunda el pánico, tal vez la cosa no sea para tanto. Aunque veremos a ver, ¡la madre que lo parió cómo duele!

De ahí al médico, fisura con vendaje de una semana y reposo relativo. Al llegar a su casa sacó la botella con cuidado. No hay adorno metálico en el cuello de la botella. Lo único, un lazo reliado.

- ¡Lo he supuesto! ¡He supuesto que el tapón lo sujetaba una banda de plomo! ¡De plomo lo que tengo es la sesera con tanto mover bombonas!- Y después:

- De la playa no me he librado, pero es que me está dando hasta alegría. Así que las dudas que tenía no eran por falta de ganas. Sino por falta de ganas de rascarme el bolsillo. Yo creo que me ha podido mi pasado futbolista. La he parado, no se ha roto. Se me daba bien ser el portero.

El antiinflamatorio hizo efecto. Se fue quedando dormido. Al despertar tres metros de venda y la punta de un dedo un poco amoratado le recordaron por qué estaba en casa.



Comentarios

Entradas populares