Blanco

Blanco para la calma, el silencio, el tiempo de espera. Blanco para palabras honestas para la soledad del que se sabe a solas aunque unido. Para la dulce espera. Para el orden cartesiano del espacio. Para la inmesidad blanco. Blanco imparable que da en el blanco de su propio centro.

Sin más color que un neutro gris, garrapatitas de mosca sobre el blanco que hablan en negrita, subrayando su importancia. No. La importancia de lo que dicen aunque a veces alteren lo previsible. 

Blanco. De frescura vital de madrugada, de día sin estrenar pero halagüeño. De todo en su lugar. De quietud quieta, atenta a lo que surge. 

Sin marcos, ni color ni forma que lo encierren. El de sin límites estoy, y vivo y siento. Sin puertas ni ventanas. Sin ojos enmarcados. 

Blanco de aire frío y olor limpio de blanco de muchos blancos sin escondites. De equilibrio de mínimos que dan talla máxima. Así.

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