Vértigo

Está el aire templado. Fue casi ayer cuando quisiste abrir la puerta y sentí vértigo, como al borde de la oscuridad más absoluta y detrás... detrás sólo miedo a caer en el abismo.
He pasado por la prueba otras veces. A solas. Desnuda. Como si hubiera un muro que me separara de lo que quiero y yo fuera responsable de no encontrar la salida, sin que mi voz pueda llegar al otro lado, sin poder pronunciar de forma inteligible, porque lo que sé no sé de dónde viene, ni puedo traducir su idioma.
Debe ser ese el terror que se siente ante la muerte, o no. Tras el telón de la vida viva hay voces conocidas. No es a la muerte sino a no saber manejarte, a no saber tender puentes, a tener que explicar lo que te sobrepasa,  el misterio de la Vida, lo que aterra. Vaya palabra. Llena de tierra los ojos. Te cubre por completo impidiéndote ver, sentir, tus oidos y tu tacto  llenos de tierra . El olfato sordo del olor acre y seco de la tierra y el sabor de la arcilla invadiendo tus papilas. Ni respirar, ni gritar, ni ver, ni oir. Sólo la certeza de la desesperación y la impotencia.
Al mirar por fuera de la anteojera, esa que enfocó mi mirada,  se abre el mundo de vidas conocidas, aunque sean parcialmente conocidas, sus olores, sus sabores, su luz, su sombra, su sincronía o su arritmia , como un baile que un bebé disfruta sin dominar la danza. Te llega el calor de la luz, de los brazos, de cuerpos amigos que te estrechan, de risas compartidas, de luchas con las que intentas ocupar tu lugar o que otros ocupen el suyo sin avasallar... y el indecible sabor de la ternura que a veces recibes o que das. Se alejan las sombras, y poco a poco te sientes, aunque incompleto, de nuevo válido y suficiente.

Comentarios

  1. Sí, vértigo... Y terror también llegado el caso. Desde el: "Llena de tierra los ojos.", todo resulta aterrador...

    La muerte como tal es algo que nunca me ha impresionado, inquietado, temido (tal vez porque nunca la he tenido delante), pero no voy a negar que últimamente algún atisbo al respecto se cuela por alguna rendija que, tal vez, la edad provoque.

    ¿Un momento puntual?... ¡Puede!

    Abrazos Loles.

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