En el bosque
Imagina por un momento que decides
internarte en un bosque. Sueles tener buen sentido de la orientación y te
creces al hacerlo.
Antes de que puedas darte
cuenta has entrado en una zona cerrada. Has descendido y subido un par de
colinas. Quercus de distintas variedades y tamaños te rodean. El monte bajo ha
cubierto el camino y lo único que aciertas a seguir son senderillos que algunos
hervíboros dejaron entre las jaras y otros arbustos. Ves una sabina que tomaste
de referencia, pero cuando te acercas compruebas que nunca antes estuviste
en ese sitio. Empieza a oscurecer. Hace frío. Llevas andando varias horas
y no hay indicios de estar cerca de alguna carretera o lugar conocido.
Estás perdido sin saber qué
dirección seguir. No puedes desandar lo andado, porque ni siquiera sabrías por
dónde hacerlo. No puedes detenerte, porque desconoces los peligros de lo que te
rodea.
La única opción que te parece
plausible es seguir caminando, aun sin conocer el rumbo. Aun sin conocer el
destino al que esperas llegar en algún momento.
El tiempo y el espacio
irrepetibles. Las marcas del camino diferentes a cada intento: una tormenta
alteró una rama, la lluvia cambió el tono del follaje, el paso de un animal
marcó el terreno...
Tanta rama, tanto árbol, tanto
verde, tanta tierra.
Si vas siguiendo la dirección
de tu sombra se pierde. Si esperas a que amanezca...tendrás que pasar la noche
oscura y dónde podrás refugiarte.
Intentas marcar tu recorrido,
aprender de tu experiencia, pero mientras más tiempo pasas en el bosque más son
los detalles que se hacen presentes, mayor es el número de elementos que
antes pasaban desapercibidos. ¿Era el del espino albar a la izquierda? ¿Pasaba
la bifurcación a la derecha?
Ahora supón que sabes que si
sigues una senda te lleva a aguas tan bravas que son infranqueables y si sigues
la contraria vas a un desfiladero de paso tan estrecho que temes afrontarlo. Y
vuelves a intentar la marcha hasta tu origen y nunca das con el camino, porque
no hay camino de vuelta que te lleve al momento que decidiste adentrarte en el
bosque.
¿Describes la vida?
ResponderEliminarSe parece al Karma... ¡La que has "montado" no la puedes "desmontar"... Principalmente porque en el andar en busca de diluirla, generas más!
Aunque a un cierto nivel de realidad, velado por las creencias e ignorancia, ello no es cierto. Cuando la gota, tú, has alcanzado el Océano, ¡lo único que ES!, ya no queda nada más.
Te lo hace ver con claridad Sri Nisargadatta Maharaj. Entre otros.
O tú misma no haciendo nada y dejando que todo fluya natural.
Abrazos Loles.
PD: Entre tanto seguiremos escribiendo... "perdiendo el tiempo" ajjajajajaja..., sabiendo que nada importa realmente.
Describo maneras de percibir. A veces no es que las ramas impidan ver al bosque. Es que el bosque, la vida, tiene tantos elementos valiosos que cuando percibes muchos a la vez puede resultar sumamente fácil perderse, sumamente difícil establecer prioridades. A veces para tomar decisiones ayuda tener una versión simplificada, donde lo que destaca de forma eminente anula la multitud de pequeñas cosas que podrían contrarrestar o igualar su valor. Un abrazo Ernesto.
EliminarPD. Seguiremos escribiendo. José Luis Sampedro decía que es vivir dos veces. Tal vez este de acuerdo con él. Un guiño y un beso
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