Selva bonsai

¡Hacía un calor...! 
- ¡Pues me tendré que hacer pequeña!- pensó en alto después de considerar que dormir en el parque no era muy seguro. - Lo más frondoso que tengo está en el balcón- Y se le escapó un suspiro. 

Eso de hacerse pequeña no era tan fácil, ni siquiera estaba exento de efectos secundarios. Por ejemplo, la ropa encogía contigo, pero luego no volvía a recuperar su tamaño, así que lo más probable era que alguien te pillara en pelota casi picada si no te despertabas a tiempo. 

Había vivido en la selva mucho tiempo. La época de lluvias era la peor porque coincidía el verano. Lo más sensato era cogerse la hamaca, colgarla en medio de los árboles y dejar que te arrullara el sonido de las gotas cayendo incesantemente entre las hojas de los árboles. El sopor se hacía más llevadero allí colgado, dejando que te meciera el viento. 
El invierno, caluroso y seco, también invitaba a colgar la hamaca entre la fronda. Ver la luz filtrándose entre las hojas, los pájaros, inquietos, asustadizos, multicolores, curiosos, asomarse a su campo de visión. A veces tener la suerte de ver un colibrí confundido con los colores de la tela. No querer perderse nada mientras quedara luz. El aroma del mango, del cajú, de la vegetación toda. Y al llegar la noche, escuchar historias de yacarés, de capibaras y del temido onza. Verse tan  minúscula como un grano de arena ante aquel cielo inmenso poblado de estrellas, la magnitud de su río, del Mato. Tan pequeña y tan afortunada. Y ahora estaba dispuesta a encogerse para poder colgar su hamaca una vez más.
Abrió el balcón. acercó todo lo que necesitaba al borde del tiesto donde habían empezado a crecer sus  siete limoneros. Se tomó el brebaje y comenzó su propia reducción.

Durmió oteando las farolas del parque, sombras de enamorados abrazados, el sonido del grillo, también el de la ciudad. Pero soñó que volaba, que abría sus alas enormes  y sólo le envolvían la luz y el goce de sostenerse en el aire sin más esfuerzo que el de planear aprovechando corrientes. Le despertó el frío de la madrugada. Antes de que ocurriera el desastre entró en la casa. Se dio una ducha. Mientras volvía a su tamaño normal cerró los ojos y creyó oír la lluvia entre las hojas una vez más. 

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