Físico equilibrio

El equilibrista montó la cinta de entrenamiento.  Empezó a poca altura para enseñarte. Sabía que lo conseguiría. Sólo hacía falta verte andar, correr, esquivar obstáculos.  Todo en ti tenía un balance perfecto, casi musical. 
El flequillo volaba con tal elasticidad que podría reproducir el movimiento como si lo viera a cámara lenta. Era la subida y bajada de tu pecho un compás binario, un metrónomo que marcaba el latido de su corazón. "Vivía fascinado por tu físico equilibrio, simultáneo al ritmo de la lengua". Y la Lengua, a su vez, marcaba la marcha de tus palabras, igualmente equilibradas, igualmente musicales, igualmente ligeras como el suave aleteo de una mariposa mientras liba  néctar de las flores. O ágil y mordaz como el florete de un espadachín.

Comentarios

  1. Los peculiares textos de Loles...

    Equilibrados, ágiles, claros y, faltos de mordacidad alguna.

    Abrazos.

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