Será que la poesía

 Se define, redefine, recompleta. Se mira y se encuentra. Acentos que su voz, no, su corazón o su amígdala tal vez, le laten diciéndole estás vivo. 

La vida se empeñan en perseguirlo y se deja.

A veces se le escapan las palabras de esa caja oscura que todos llevamos a la espalda.

Las persigue y ellas, juguetonas, se disfrazan o saltan a piola atropellándose.

Otras veces se vuelven o se callan apenas después de insinuarse. Se asoman al espejo haciéndole mohínes. Se meten bajo el agua, vuelan como pájaros, camuflan en el bosque, vuelven a aparecer... allá donde les place.

Y muy a su pesar (de las palabras), consiguen colocarse muy cerca del lugar preciso en que te hallas. Así arrebujadas, caóticas, melé de pies indescifrables, se cuelan sin permiso.

Otras veces sólo llegan dónde él sólo y nadie más alcanza. Son suyas. Soledades escritas como un juego, o como hábito:  Dejar que hablen entre ellas, que enreden el discurso y lo disloquen. 

(A jugar no se aprende ni jugando, el oficio más serio).

Entrenamiento de ser-único inabarcable. Bullicio mental a diario enriquecido.

Siempre es escaso lo descrito. Es sorpresa, es mucho más que lo que digo. Me rebasa y reboso al encontrarlo. Lo busco. Lo encuentro. A veces transparente. Muchas indescifrable. Frecuente trampantojo. (Lo sé. Son letras cuasi espejo. Me devuelven algo de la imagen que llevo, del ojo con que miro), pero

No sé si la amígdala o es el corazón. Sonríe cuando lo ve llegar. Será que la poesía.




Comentarios

  1. Es impresionante como has amalgamado la poesía con lo de afuera y lo de adentro, con lo que es y no es, rozándose con la vida y sus elementos, declarándose al universo, hilando emociones, serpenteando entre el corazón y la amígdala.
    Y cuando lees te vas quedando enredada en las letras.
    Extraordinario Loles. Un abrazo.

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    1. Gracias Luz. Tengo la suerte de tener amigos increíbles que no cesan de sorprenderme (gratamente).
      Un abrazo

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  2. Muy poético. Yo, a veces, más bien casi siempre, preferiría saber atar las palabras, o sea, mi incontinencia verbal. Será por eso que a menudo prefiero la soledad. Tampoco me es fácil sintonizar bien mis orejas, para esquivar tanto ruido.

    Es escaso lo descrito, sí. Sin embargo, el silencio siempre es locuaz. Un abrazo, Loles...

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