Novedades en la frente

Empezó la guerra. Fue una guerra extraña. Sin enemigo visible aunque presente donde menos lo esperabas. Siendo común a todos prolongó su imperio creando bandos.

Se inició una costumbre entre los camaradas. Todas la mañanas, tras el desayuno, aparecían en su teletipo las tres palabras: 

Parte de guerra. 

Y aquel que la recibía ya sabía que tenía que mirar donde no se veía pero a todas luces sentía más adentro de su piel. Después venían los detalles, cuantos más mejor. Era exigente aquel que recibía la respuesta y era un placer conseguir hacer un buen informe. Haber tenido los sentidos despiertos. Saber poner  palabras. Precisamente, tal vez, porque al otro lado sabían apreciar las que contaban. No era tarea fácil, ni todos los días se atinaba a dar un parte con chicha. Pero al día siguiente había un nuevo intento, y después otro, y después otro.

Con los años acabó la guerra y el parte se convirtió en novedades del frente. A esas alturas el que más y el que menos había desarrollado un sexto sentido para captar aquello que le importaba, que le dolía, que le entristecía o que le daba mayor satisfacción. Al fin y al cabo las guerras diarias, las que tiene cualquiera, seguían abiertas. Había sido un buen entrenamiento.  

Muy al final de su vida recibíó el siguiente teletipo  digital y sin intermediario de correos:

Novedades en la frente.

Sin duda fue un error de transcripción. Pero por si acaso empezó su respuesta de la siguiente manera:

"Cada día tengo las arrugas más marcadas. Mi hijos hicieron su vida, cada uno la suya, con sus frentes y fiestas. Aún llueve en mi interior cuando pienso en todos a los que he sobrevivido. Me quisieron los niños. Sé que me quisieron mis padres y mis hermanos. Tengo amigos del alma. Llevo en la frente muchas canas y, por detrás,  aquel jardín que plantamos. Aún espero a diario tu demanda. Recuerda que te queda un 90%  por domesticar. El día que lo consigas tienes que venir a verme. Volaremos juntos por encima de la mezquita. Hace mucho que no lo hago y quiero ver el sol brillando en los tejados. Sobre todo, porque quiero que me cuentes si conseguiste librarte de aquel tirano que sujetaba tu pierna a la pata de la silla y no te soltaba hasta que no hacías los deberes. Tengo manchas en la piel. Es un ser vivo. Se deteriora con el paso del tiempo. Pero es tiempo que he vivido, (a menudo sin escuchar las recomendaciones que hacen que envejezca más bella). Sueño que sigo buscando con qué amueblar mi casa nueva, esa a la que me mudé hace ya mil años. Me gusta contemplar a los que amo. Primero fueron mis hijos. Luego aquellos que han dejado huella en mi memoria. Se me escapan las horas así como si nada,  especialmente cuando hace frío y enciendo el fuego."



Comentarios

  1. Me parece una auténtica maravilla tu texto. Hay mucho entre esas líneas. Besos :)

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  2. Vaya, qué impresionante y precisa la forma de ver la realidad. Una realidad que en definitiva cambia poco pero es la guerra que estamos combatiendo con calcos de otras. Por eso no das detalles, ¿es así?
    Y la vida cotidiana... Eres un prodigio.
    Un abrazo.

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    1. Así es. Las cosas que nos mueven como seres humanos son bastante universales, me parece. Me miras con buenos ojos. Un abrazo Luz

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  3. Leído por tercera vez tu texto..., he de reconocer que son tus palabras a Luz las que me indican por donde va la cosa. Ya sabes Loles que mi mente es... (Luz diría que si no me metiese en tantos "fregados", captaría mejor el mundo que me circunda.)

    Las cosas universales de los humanos!

    Creo que hay un gran segmento de cosas que afectan a un gran segmento de humanos. De ahí, tal vez, lo de universales... Y luego hay, creo, una infinidad de cosas que también les afectan pero que consideran que solo a ellos. A cada uno. No a todos. Y de ahí lo de infinidad... ¡No tienen límite!

    Yo, no tengo muy claro dónde situarme.

    Gran abrazo amiga.

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    1. Emociones sentimos prácticamente todos (lo universal). Poder descifrarlas, aceptarlas y dejar que se expresen nos deja conocernos, nos deja ser un poco más libres, más autenticos creo.
      Tal vez con mis amigos me haya sido más fácil poner palabras a todo eso.
      Un abrazo fuerte Ernesto

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  4. Escaramuzas y arrugas, así es esta batalla. Poético parte final. Corto y cambio; abrazos, Loles.

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