De medio pelo

Estirar el sueldo sin regatear en educación o en ayudantes y haberse convertido en malabaristas financieros mientras llegaban las herencias, les hacía desear un futuro relajado para sus hijos. 

Es muy humano aspirar a más de lo que se tiene. Tendemos a mirar hacia arriba como aspiración más que hacia los iguales, y es raro el que tiene por modelo a seguir al que considera por debajo, al menos en lo económico. Él aspiraba a conseguir  para sus hijos el pelo entero, la familia un poco mejor que bien. "El medio pelo" se había convertido así en el tropiezo  a evitar, tal vez por conocer las penurias queriendo aparentar claro desahogo.

Había que evitar al medio pelo en lo económico, pero también en lo espiritual o místico. Y como en esas lides es mucho más difícil discernir lo auténtico, se quedó en medio-pelo cristiano sin ni siquiera sospecharlo. A ver: parecer, parecer, parecía un buen cristiano.  Esto es: iba a misa, rezaba rosarios, leía libros devotos,  y a cualquier niño que no hubiera pasado por la pila y cayera en sus manos,  lo bautizaba de urgencia en el primer chapuzón de la piscina, no vaya a quedarse en el limbo por un mal traspiés, Dios no lo quiera. 

Pero le parecía obsceno eso de tener instintos, que la carne era demasiado terrenal para haberla hecho Dios abiertamente atractiva. Tampoco le entusiasmaba pensar que podía ser hermano de hippies, progres ni, en general, los que no comulgaban con la Iglesia. Porque oye, ¡qué poca clase! Con lo bonito que era ser bueno como él lo era. A todos  trataba por igual, tuvieran o no intereses parecidos, para no despertar la envidia, que es destructora de relaciones. Presumir de lo mucho que ayudaba no lo debía considerar perversión en ningún modo. La gula... la gula era menor, un mal pequeño, y gracias a eso cada día estaba más hermoso.

Lo de saltarse los papeles asignados (por lo que él entendía que eran recomendaciones de la jerarquía o el orden bíblico)...¡Vaya conflicto! La obediencia, o las buenas costumbres eran también  aspiración loable. Y como no se le ocurría pensar que algunos entendían las relaciones o la vida  de una forma más personal, y no por ello peor que su interpretación nada sesuda, se descomponía cada vez que algún allegado daba una nota discordante, aunque esa nota no afectara realmente más que al interesado.

- ¿Pero es que no lo entiendes? ¿Es que no puedes encontrar amigos entre gente más normal? ¿Es que no puedes ser un poco más normal y quedarte más en casa?- Le decía por ejemplo a su hija que se empeñaba en ser díscola. 

Y es que su hija confundía las economías más modestas con la normalidad. Cuando de todos es sabido que la normalidad se aleja del medio pelo. Pero la juventud es así, ignorante y loca, no sabe sacrificarse por lo que da felicidad. Y como para evitar desastres rezaba mandando callar, no porque  fueran malos, sino claramente porque  iban a condenarse y no había tiempo para discusiones.

A cada dificultad que salía a su paso su respuesta inmediata era:

-No te preocupes, yo rezo por tí.- ya fueran exámenes, enfermedades o búsquedas de trabajo.

Luego si había resolución del conflicto, el premio era también un poco suyo, que si no de qué tanto rosario, que él  era bueno pero no tonto. Y aunque el otro no quisiera o no lo pidiera, se inmiscuía en su vida arrebatándole una pequeña parte de protagonismo. El logro del otro se  transfería así a su haber de bondad como por arte de magia.

Cuando llegó la pandemia no pudo parar de rezar rosarios y de escuchar misas, por la de casos que hubo en las diferentes oleadas. Y cuando por fin pudieron visitarlo, nonagenario como era salía poco,  pedía que se quitaran las mascarillas, que sois unos exagerados, tal era su fe en el Todopoderoso.

Ya sé que mi título deja entrever mi valoración de su verdadero logro. Pero ahora no sé qué pensar: si es casi  santo o si por el contrario, en las altas esferas celestiales lo guardan con vida para no tener que andar ora pro nobis de noche, en invierno y en verano.




Comentarios

  1. Santo santo no parece... Y de obligada entrada celestial tampoco, por lo que señalas. En el limbo no va a quedarse... Habrá que hacerle sitio en alguna parte.

    Tal vez el purgatorio... Y si se me permite poner comillas a dos palabras del poema de Machado, "Un loco", tal vez la cosa quedase así:

    No fue por una trágica amargura
    esta alma errante desgajada y rota;
    purga un pecado "ajeno" [propio]: la "cordura",
    la terrible [locura] del idiota.

    Simple juego de palabras, sin mayor trascendencia, en época de sequedad literaria.

    Abrazos Loles.

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    1. Jajajajaja purgar la "cordura", qué bueno! Un abrazo Ernesto

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    2. Ommmmmmmmmm... Esta faceta no la conocía, :)))))))

      Si bien no cabe sorpresa pues sueles tocar variados instrumentos en la orquesta que es la vida...

      Chao amiga.

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  2. Tus logros lo que eres como escritora y blogger
    como amiga ...
    lo que eres.
    nadie
    nunca
    te lo sacará de
    encima
    Un beso preciosa

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  3. Hola Loles. Por fin una vueltecita por tu blog, que este mes he tenido la mente en el limbo. Básicamente, terminando de retocar los colores de un corto que me ha ocasionado mucha desgana, en general.

    Aparte de estas vainas mías, no sé qué comentarte de este personaje que retratas. Me recordó a la protagonista de la canción "Dama dama", de Cecilia. Nuestros mayores tuvieron que surfear entre sus instintos (bajo pelo) y las apariencias (alto pelo). Y claro: se quedaron en medio pelo. Pero yo creo que hoy día nos pasa lo mismo. Los instintos siguen siendo los mismos; las apariencias, cámbialas ahora por otra cosa, distinta a lo del buen cristiano. El buenismo-postureo y las palmadas en el pecho de los fariseos, han sido cosa de siempre.

    En conclusión: medio pelo terminará en el cielo, porque sin no, allí no va a estar ni Dios.

    Un abrazo, Loles...

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    1. jajajajaja, ¡Desde luego! Por otra parte, ¡menos mal! ¡Qué agobiante lo del pelo entero!
      Un abrazo

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