Ensueño botánico


Tras lo cristales con rastro de las últimas lluvias, trompetas en el patio de la biblioteca. Nunca vi tantas abiertas. 
En la pared del fondo, resguardadas del sol de poniente tras un par de naranjos y un limonero. Blancas, tremendas, gritando en un idioma inaudible que llegó la Navidad. Las naranjas amargas ponen una nota de color y el verde…de mil tonos verde: verdinegro, amarillento, intenso, oscuro, el más oscuro del jazmín, el casi blanco que deja la luz al posarse sobre las hojas más altas, el desvaído de la rama enferma o falta de hierro...

Hojas de lanza, de corazón, de borde rizado por el frío o por algún pulgón chupa- savia, de aspecto áspero y pegajoso, de suave y tersa piel, de consistencia dura y quebradiza, tupidas, densas, traslúcidas en el bambú. El seto recién recortado, triunfante, al sol.

Es Navidad y se ha quedado en el patio. Los naranjos, las naranjas, hacen exhibición de  su redondez, su ombligo sin hernia, su piel rugosa, su forma chata. Se arraciman envidiando a las uvas. Se agolpan en  las afueras de la copa. Me llaman. Ven. Mira. Mírame a mí.

Hace frío en la calle. El patio tras los cristales disimula, pero no consigue seducirme. Soy flor de invernadero condenada a sufrir soñando con el patio, con el aire frío que llega como un beso. Tal vez en primavera, cuando pase el invierno, me envuelva en la flor del azahar, en el aire templado, en el zumbido de los insectos.

Comentarios

Entradas populares