¿Cómo si no?

También a él le duele. Fue el golpe lo que no quiso ver, porque verse, se veía venir. Más que de sobra. Estaba, de hecho, anunciado con tanta anticipación que le pilló por sorpresa que no se hubiera dado por enterado.

Claro que, de rebote, le dió a ella también. Un chichón que crecía a la velocidad del de los dibujos animados le salió. Si no hubiera sido por lo que dolía, se hubiera reído. Pero ¡vaya que si dolía!

Después del descalabramiento mutuo todo fue despacio pero más fácil. 

Se han vuelto a subir a la cuerda floja. Cada uno por su lado.  Con cautela hasta volver a coger confianza. ¿Cómo si no?

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