A pedazos

Se quitó la chaqueta que estaba hecha pedazos pero ¿Cómo era aquello? 

No supo componerla y empezó a tener frío. La manga, el puño, el forro, los bolsillos, botones grandes y pequeños, entretelas, hombreras...Y por más que probaba no daba con la tecla. No podía recordar por qué lo cosió así ni cómo lo hizo.

El invierno más crudo le heló los huesos. Buscó un sastre.

Era hablador y era risueño. A veces terrible por sincero.

-¿Pero cómo hiciste esto, alma de cántaro? Me está costando ver las piezas en su sitio ¿No será que pusiste las mangas en el cuello?

-Para bailar mejor las sevillanas.- Y suelta parrafadas que explican el motivo, y si pudiera, haría una tratado de la utilidad y bondad de semejante locura.

-¿Y estos bolsillos en la espalda?

-¿Acaso no es ahí donde se cuelga la mochila? ¡Pues eso que me ahorro!

Va hilvanando las piezas. A veces deshilvana. 

- ¿Para qué quieres botones si no pones ojales?

- Pues yo que sé, ¿porque todas los llevan?

- Es que eso no va ahí. ¿No te das cuenta?

- ¿No podemos hacer una excepción? ¿Aunque sólo sea una?

- Verás, poder, poder... podemos. ¿Pero qué sentido tendría poner las hombreras en el bajo?

- Estaría blandito...

- Vamos a ello pues. Ea, ya está. ¿Qué te parece?

- No me veía así cuando la hice.

-¿Y cómo te veías?

- Puede que no me viera. Yo quise ser corriente.

- ¿Y tener enchufe? ¿Te acuerdas del chiste? Y ahora ya en serio ¿Lo conseguiste?

- Llevaba chaqueta...hasta ahí sí.

Sigue hilvanando piezas con los hilos de pistas que le deja. Y cuando está acabada  le pide que la use  y se mire en el espejo.

- No recordaba esto...con razón me molesta - le dice ella con los ojos llorosos- ¿Y ahora qué?

- Ahora te toca mover ficha. Ya no eres tan pequeña, no entiendes de patrones, pero sí un poco de dibujo, un poco más de telas, un poco más de tí, cuál es tu forma... algo hemos aprendido. Algo podrás hacer, aunque sea empezar por los bolsillos.

Y ahí la tienes, cosiendo hilvanados, abriendo ojales, añadiendo algún parche pequeño, su nueva habilidad, estrechando costuras o llevándolas al filo. Cuando se pierde...Vuelve a mirar las piezas, vuelve a quejarse un poco... Se vuelve a helar de frío... Le pide ayuda al sastre de desastres. Le cuenta, ríe y llora, encuentra el descosido y vuelve a colocarse su chaqueta. 

Tal vez no sea la chaqueta más glamourosa, aun así es la que tiene y a ratos le calienta.

Comentarios

  1. El sastre de desastres le hará un traje a medida. De rotos y descosidos anda la vida llena.
    Has cosido tantas sensaciones a estas letras...
    Me ha gustado mucho esta entrada Loles.
    Besitos.

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    Respuestas
    1. A veces me cuesta menos ser amable conmigo si me cuento una historia ¡Serán reminiscencias de mi infancia...!
      Un abrazo Laura

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  2. Eres tan genial cuando escribes con esa sencillez maravillosa del que sabe hacerlo Y cuando comentas le pones a lo tuyo tu magia de mujer bella. Los botones no importa abrocharlos pero son bonitos verlos abrazosssssssssssssss

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