El tartamudo que no lo era

Cariñoso casi el que más, agresivo, trabajador, muy fullero, organizador, dispuesto, bailón hasta la médula, gracioso, reivindicativo, controlador de juegos especialmente del balón de papel y bolsas que tienen en el patio, vivo, alegre, guapo.... si no le miras la nariz, presumido, muy presumido, sonriente. Así es mi Antonio. ¿A quién podría sorprenderle que se atascara al hablar con sus cuatro años?
Antonio y Bienve, su prima hermana, ocupan el lugar central en las fiestas de fin de trimestre porque llevan el ritmo en la sangre. Les dices
-¡Vamos a ensayar!- y se les alegran las pajarillas. Antonio, además, me da un abrazo mirándome a los ojos con cara de felicidad.

Por las mañanas llega hecho un pincelín. Con mocasines y chaqueta entallada. Su padre me cuenta entre risas que prepara la ropa por la noche y que a su madre le cuesta mucho convencerlo para que venga con chándal, con lo calentito que vendría. Cuando él se pone en la fila me suele contar algo,  pero no siempre le entiendo.

Este año, viendo que la media lengua se estaba convirtiendo en una tortura para él y sus padres, y que con los nervios cada vez se atascaba más, ha empezado a cogerlo la logopeda. Está aprendiendo a respirar antes de hablar y, cuando se acuerda, habla más despacio y consigue comunicarse a la primera. Pero hay más.
En la fiesta, como presentación de la actuación, decían entre varios algunas rimas para felicitar la navidad. Había elegido a los que suelen hablar más claro pero en los ensayos había muchas bajas por la gripe y fuimos cogiendo sustitutos provisionales. Dos días antes de la actuación ensayamos con el equipo de sonido, los micrófonos...
Antes de empezar les recuerdo que por el micro hay que hablar despacio y apretando la boca para que se entienda bien y les hago una demostración de lo que pasa si hablan deprisa y sin vocalizar y lo mismo despacio y vocalizando.
- A ver quién dice la primera frase, porque Diego no ha venido...
-Yo, yo, yo- pide Antonio.
Y qué más da, si hoy no es el día de la fiesta y él quiere probar.
-A ver Antonio, yo te lo digo y tú repites
-Vale
Le dejo que coja él el micrófono y le digo casi al oído
-Me gusta poner
Y Antonio con concentración y tranquilidad lo repite con una seguridad pasmosa.
A las seños se nos ha quedado cara de no puede ser.
-el portal de Belén
Igual o mejor. No quiero hacer aspavientos para que no se de cuenta de que es una excepción y no  repita lo que acaba de hacer. Sólo les digo a todos cuando acaban:
-Lo habéis hecho genial.
Tampoco me quiero precipitar para confirmarle que lo hará él en el día de la fiesta. No vaya a ser que mañana no funcione el invento.
 Sin embargo cada vez que cogía el micrófono Antonio se transformaba.
-Mañana cuando vengan vuestros padres, de lo bien que lo hacéis, se van a quedar con la boca abierta...
-...Y las patas colgando- acaban a la vez unos cuantos niños de mi clase .
Ni el miedo escénico ha vencido al micrófono. No creo que hayamos aplaudido tan fuerte ningún año.

Y lo mejor es que la racha sigue, hasta con un micrófono de mentirijilla.


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