La lotería

Hay cosas que sabes que son buenas para tí. Incluso te gustan. Cosas que cuando las haces dejan rescoldo.
Algunas son muy simples: comerte una manzana, preparar un helado, cocinar algo bueno...Otras requieren un esfuerzo sostenido, requieren mucho más tiempo: pintar, escribir, aprender...y aunque te dejan un perfume menos etéreo, las puedes saborear durante más tiempo, para ponerte a ellas tienes que salvar infinidad de pequeñas resistencias, algunas exteriores. La mayoría internas.

Ferrán era así. Sólo a veces conseguía centrarse en lo que estaba haciendo sin pensar en lo que haría cuando le tocara la lotería.
- Un jardín con casa. La casa pequeña pero suficiente. Piscinilla con  chorro para nadar contracorriente. 
Hacía los planos, y conseguía verla casi al completo en su imaginación.
- Viajar a América y visitar a Sue. Tal vez alquilar una casa allí y pasar unos meses. Estudiar algo interesante en la universidad. Volver siendo un poco más práctico...

Mientras más trabajo tuviera, más se aceleraba su imaginación. Cuando se daba cuenta ya había perdido un buen rato. El boicot era mayor si la tarea a realizar era especialmente áspera o si carecía de público competente que premiara el esfuerzo. Ferrán parecía no llegar a las expectativas que de él se hacían. El público que  él hubiera deseado que le aplaudiera  no hacía mas que ponerle pegas, así que su imaginación para creaciones imposibles fue creciendo.

-Una reforma integral del caserón de sus padres. Una fundación que becara estudiosos sin recursos.
Un año sabático para aprender a pintar. Abandonar el trabajo para retomar los estudios que dejó por perezoso. Montar una tienda con productos locales y artesanías de la familia...


Se le iba el tiempo en ensoñaciones y no conseguía reunir suficiente dinero para sus propósitos megalíticos.
Un día, sin embargo, le tocaron diez mil pesetas, de las antiguas, casi medio sueldo. Se apuntó a la academia de inglés y estuvo un año entero aprendiendo gratis. Hasta encontró energía para hacer la tarea sin rechistar. Lo pasaba bien. Eso le dio que pensar.¿No sería que tanta ensoñación se debiera a que no le gustaba lo que hacía?

Se dedicó a investigar y pensó:
- Me tengo que poner a escribir historias, de alguien que consigue hacer lo que yo haría si me tocara una lotería, por ejemplo.

Desde aquel día Ferrán hace lo que tiene que hacer y encuentra tiempo para charlar con los amigos, acabar sus trabajos, pasear, leer... sólo cuando pasa por algún kiosko de lotería se permite pensar en repartir ese premio. A veces se le dibuja una sonrisa porque sabe que no le tocará. Pocas veces acaba ya su sueño.




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