Hija por horas

Búscanse hijos  por horas para ejercitar el arte de la paternidad. -rezaba el anuncio. 

Y ante la crisis que le había supuesto la factura del taller decidió que tal vez podría pasar por hija postiza.

Hizo la llamada pertinente. Se vendió lo mejor que pudo:

- "Persona amable. Me gusta colaborar, soy "good second" pero puedo llevar la iniciativa si se me deja. Observadora y prudente, lo que me permite entender las expectativas del "padre".  He sido cuarta de siete, lo que me posiciona  como mediadora constante para encontrar equilibrio familiar. Disponibilidad horaria."  

Por dentro pensó que ese derroche descriptivo iba contra toda sensatez, al menos la que recomienda eso de "dime de que presumes, y te diré de lo que careces", pero como se trataba de venderse no se podía quedar corta. Eso sí, esperaba que no pidieran referencias. 

-No destaqué entre mis hermanos como la dócil. Algún psicólogo diría que tengo problemas con la autoridad. Yo diría que los tengo contra el absurdo. - pensó con una sonrisa.

El padre en cuestión era un hombre soltero con intención de ser padre por alguna vía, aunque aún no había decidido cuál. Tampoco tenía pareja. 

Es difícil ser padre de una hija tan mayor, incluso mayor que uno mismo. Pero ser padre siempre es difícil. Tampoco es moco de pavo ser hija de un ser tan poco experimentado: llevaba soltero y solo toda la vida porque ya nació así, bastante solo. Con razón quería el hombre hacer prácticas. 

Debo decir que a pesar de ello hacía bastante bien de padre: se ocupó bastante poco de que tuviera merienda con chocolate o que lo hubiera pasado bien con los amigos. Pero le enseñaba con verdadera pasión todo lo que sabía sobre antenas y ondas, que era bastante. Tampoco la veía con su verdadera edad, pensaba que era mucho menor. Puede que en su entrenamiento le fijara una edad ficticia o que aquello le saliera de forma natural. A veces le alteraba tanto la forma de ser de la hija, que le negaba la palabra. 

- Lo de las expectativas... ¡Ja! 

- ¡Nadie dijo que fuera a satisfacerlas!, ¡Entenderlas me deja decidir si creo o no que me convienen!- decía ella.

Y luego para sí: 

-Bendito cabreo- pues su trabajo esos días se reducía a encerrarse en su habitación y escuchar música con auriculares. 

Empezó a tomarle cariño  a la vez que el pelo.  Una verdadera lástima que le saliera novia. Era celosa a más no poder y acabó despidiéndola.

Los vio por la calle hace poco. 

- No ha debido entrenar con nadie el papel de pareja pero ha perfeccionado bastante su papel de padre,-me dijo perpleja.