El Sebas

 Sebastián Ignacio nació una noche de luna incierta. Esto es, que no era del todo nueva, pero tampoco era vieja o menguante, sino de esos días en que uno espera ver algo y resulta encontrarse otra cosa.

Tal vez por eso desarrolló un carácter a caballo entre varias personalidades y nunca se podía decir que fuera del todo aquello o lo otro.

De pequeño fue Sebas, y aunque algunos lo veían como el espíritu de la contradicción, lo cierto es que no lo era. Le podía su afán de perfección pictórica y cuando alguien explicaba con cierto lujo de detalles cualquier situación, se lanzaba al ruedo diciendo eso de: 

-Pero cuando lo ves desde este otro ángulo....

Lo de: 

-Pero no siempre, porque en ocasiones...

O bien esto otro:

- ¡Nunca, nunca...! También hay veces que...

Desplegaba en su cabeza el catálogo de acontecimientos con ligeras varianzas y ya con eso consideraba que la imprecisión era suficiente para ser tenida en cuenta o que el matiz era imprescindible para poder entender bien la situación.

Sebastián Ignacio, el Sebas, era agotador por exhaustivo, y lo peor era que se perdía en el laberinto de sus disquisiciones cuando se proponía profundizar en cualquier tema.

Paralelamente, de forma casi paradójica, fue desarrollando una inteligencia práctica en lo que consideró poco serio: Aprendió a leer sin cartilla, la numeración jugando a la oca y el parchís,   a nadar viendo competiciones (y metiéndose mucho en el agua), hacía trampas a las cartas, cogía atajos atravesando  comercios u otros edificios que hacían de pasajes y, más tarde, conforme fue creciendo y de forma intuitiva, simplificaba recetas de cocina sin que el resultado perdiera sabor, o escribía reclamaciones imposibles que siempre ganaba.

De muy pequeño soñaba que algún día le reconocerían todos sus méritos, sería proclamado descubridor de algún método infalible para resolver disquisiciones. El Sebas discutía con su sombra. Manoteaba airado o pacífico. Comprenda usted que en esa época no estaban de moda los clubes de debate y Sebastián Ignacio necesitaba entrenamiento. 

Un día su sombra, cansada de no poder contestarle decidió manotear por su cuenta cuando Sebastián exponía su plan de ventas ante el comité de empresa.

Para sorpresa de los asistentes Sebastián Ignacio empezó a ponerse rojo, contrajo su cara con un rictus de "a mí no me haces tú esto", apretó un puño, sacó un dedo índice amenazante y ante la falta de correspondencia de su maldita sombra que ahora se reía a carcajadas convulsas se lanzó a su cuello.

Ocho pares de ojos espectadores de semejante representación vieron con incredulidad cómo el propio ponente perdía la respiración al apretar el cuello de su propia sombra. 

Al día siguiente de aquella catastrófica puesta en escena el director general recibió la siguiente carta de dimisión:

Estimado Señor Director:

Ante las desavenencias recurrentes de mi propia sombra, y tras contemplar el posible riesgo de nuevas sublevaciones que pongan en peligro la imagen de la firma que tan dignamente representa, le ruego tome a bien aceptar este escrito como documento oficial de mi renuncia irrevocable al puesto de comercial.

Sin otro particular le saluda atentamente

                                                                                                                     S.I. Peronó

Comentarios

  1. jajajajjajajajajajajajajaj me encantooooooooo ...Definitivamente ese " Sebas" ...se parece mucho a unos exponentes cercanos de mi familia a los que amo entrañablemente, por lo que me he sentido digamos enamorada de ese personaje..
    Gran relato ...creo que un poco ...todos tenemos algo de él... Abrazo grande y bonita semana por comenzar

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  2. Me alegro de que te haya hecho reír. Yo misma soy un poco Sebas! jjjjj
    Un abrazo Eli

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  3. Hola!! hoy pude entrar desde Firefox. No entiendo por qué me castiga la red para acceder a tu casa, pero en fin, aquí estoy. Lo primero de todo saber si estás bien con todo esto que nos rodea, espero que si, y desearte un buen año 2021!
    El relato me ha encantado y me ha hecho sonreír. creo que todos conocemos a algún Sebas de la vida, e incluso que todos tenemos un poquito de Sebas.
    Un abrazo grande, muy grande.

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    Respuestas
    1. ¡Me alegro de que te haya hecho sonreír y de que por fin hayas podido entrar!
      Estamos bien, cruzando los dedos para que el bichito pase de largo. Gracias por tu abrazo. Muchos besos

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  4. ¿Sebas es gallego? No diré que en todo, pero en gran parte me he sentido identificada con él.

    Original y divertido relato, Loles.

    Besos

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  5. Wowwwww jaaaaa fijate ese Sebas
    se parece a un primo, jaaaa, me encanto.

    Besitos dulces

    Siby

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  6. Espero que el tal Sebas no te haya tocado como alumno, siempre rectificando, matizando hasta el hartazgo. ¿Sabes que he trabajado de docente, en cursos para desempleados, de diseño gráfico? Me gusta la docencia, pero tantos Sebaignacios (en realidad no tantos) me han dejado bantante inapetente para la enseñanza.

    Lo curioso es que a veces me pregunto sí yo también seré un poco como tu protagonista, con mi retórica parlanchinesca y mi desilusión militante.

    En fin... Para desahogarnos siempre nos quedará el escribir, como para aquellos otros dos París. Un abrazo, Loles.

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