Gripe

 Es un frío que va dejando helados los pies y la manos. Todo tu cuerpo se enrosca poco a poco, para que el calor no escape. Te arrebujas en las mantas o coges alguna más gruesa. Sí, sí, ahora parece que voy a conseguir calentar los pies. La planta de uno sobre la pierna . Pero al colocarlo ahí las sábanas dejan escapar el calor acumulado.

-No te vayas- le digo. -¡Quieta, quieta, que se enfrían!- me digo a mí misma. 

Pero ese estado en el que la fiebre te hace tan  consciente del cuerpo, no es lúcido o lo es de una forma muy poco habitual. Notas (como si pudieras verlas, solo que es la piel quien lo hace) salir las burbujas de calor atrapadas en arrugas que al abrirse lo dejan escapar. Te encojes un poco más, te abrazas. Las manos siguen congeladas por más que te las metas bajo la camiseta o cierres los puños pegados  a tu cuerpo. Has metido la nariz y la cara,  extrañamente frías también, debajo de las mantas. -Qué bien, calor- pero no dura porque la tos desbarata esa pompa cálida que empieza a envolverte.

Estiras un brazo buscando el termómetro. -¡Qué frío!- Cuando pita entiendes lo que está pasando. Tienes tres grados más de tu temperatura habitual concentrados en el centro de tu cuerpo, negándose a emigrar por las extremidades. Te levantas a por un antitérmico y un poco de agua. Joroba qué frío está todo. Pelotazo para el estómago que lo recibe sin rechistar, aunque luego haga de las suyas. Reorganizas las mantas, añades un jersey por los pies. Te entierras bajo ese peso tremendo sabiendo que cuando haga efecto todo o casi todo sobra. 

Los antitérmicos deberían llamarse difusores de calor. Al poco empiezan a relajarse las manos, y casi sin darte cuenta el calor deja de estar atrapado en bolsas cerradas, se distribuye de forma mucho más suave y uniforme por toda la cama. -¡Venga vamos! -jaleo a ese pequeño logro. Las piernas consiguen separarse, y poco después se van estirando. Dormir se ve entonces como algo factible, y el sopor de ese calor que se va distribuyendo ahora de forma más organizada, hace su aparición.

Las dos mejores horas de sueño pasan rápido. Luego el calor insoportable de tanta ropa te despierta. No del todo, claro. Ahora no entiendes por qué estás incómoda, qué es lo que te ha hecho despertarte. El pie izquierdo se queja por sobrepeso. La planta tiene ardores. Consigues despertarte un poco más y no es sólo el pie izquierdo el que se queja. El derecho busca con insistencia una zona un poco más fresca. Tienes la sensación de estar mojada, y lo estás, empapada en sudor. Ahhh, es eso, tengo calor, la fiebre se ha pasado. 

Vuelves a estirar el brazo. enciendes la luz, te pones el termómetro. Todo ha vuelto a la normalidad. quitas el exceso de ropa . ¡A dormir!

Comentarios

  1. Mejor descrito imposible. ¡Recupérate! Besos :D

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  2. Mi querida veo que estás mejor
    Te dejo un abrazo lleno de amor
    Me encanta como escribes

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    Respuestas
    1. Siiii, gracias! Hay virus a cascoporro! Cuídate!
      Un abrazo Mucha!

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  3. Aquí,áun frio que mata. Pero sale el sol
    Ando aburrida de comentar y escribir
    Por hay me voy

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  4. Parece una guía estupenda para quienes opten por ese entretenimiento... Del que paso olímpicamente! :))))))
    Abrazos Loles.
    PD: Imagino que ya correteando por esos caminos de Dios!

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