Ojos en rem-ojo

 ¿Te he contado ese del que dejaba los  ojos en un vaso con agua mientras dormía?

Como lo oyes. Había padecido muchas conjuntivitis de pequeño. Le recomendaron baños con agua de sal, un suero casero refrescado en la nevera que se aplicaba con jeringazos separando los párpados.

Con tanto lavado llegó un momento en que los ojos pidieron a gritos que los dejaran en remojo de semejante frescor y Casimiro (a quién se le ocurriría ponerle ese nombre), no se lo pensó dos veces, tal era el escozor que sentía al cerrarlos. 

Su sorpresa fue mayúscula al comprobar que sus ojos no sólo sabían gritar, sino que también podían canturrearle mientras se dormía o incluso avisarle cuando algún mosquito pertinaz se hacía el sordo y le chupaba descaradamente la sangre de su calva incipiente.

El asombro no cesó cuando después de la primera noche devolvió los ojos a su lugar de origen y comprobó que veía poco más o menos  lo de siempre, pero ausentes del enrojecimiento que afeaba su mirada.

Con ese descubrimiento no tuvo mejor ocurrencia que la de buscar en los anuncios por palabras (que entonces lo del INEM no era más que un proyecto), algún trabajo de vigilante nocturno.

Lo contrataron en una nave industrial. Su misión más importante era abrir el portón de acceso a los camiones que llegaban a hacer noche. La hora de llegada era imprevisible y el número escaso. 

Siguió con su trabajo diurno de peón, causante de la irritación de sus ojos. 

Por la noche se acostaba sin temor a perder su nuevo empleo. Dejaba los ojos en su vasito con suero fresco en el alféizar de la ventana y se echaba a dormir como un bendito. Sus ojos, para no aburrirse, le despertaban en cuanto parecían ver el filo de alguna cabina. En fase rem parecía que estaban bailando, pero ni aun así descansaban. Hasta obtuvo el premio de empleado del año. 

Creo que se jubiló a los cuarenta y cinco por horas acumuladas en la Seguridad Social. ¡Quién pudiera!



Comentarios

  1. Juego de palabras. Ojos ojos...
    Tomé un vino con un vecino ciego años ha. Salimos del bar y tropezó... Se cayó... Y uno de sus ojos de cristal estuvo rebotando contra el suelo cual canica hasta que conseguí cogerlo... Estaba frío! Impresionó un poco.
    Abrazos Loles.

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    1. Mi abuela materna también tenía uno. Cuando era muy pequeña me daba la impresión de que ese ojo metido en el vaso me miraba. Un abrazo Ernesto

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  2. Qué bueno Loles, uf, y qué intenso, ja ja. Besos :D

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  3. Divina me haces sonreir con tus bellas ocurrencias Eres tan especial que me encantaria conocerte Tus escritos tienen luz y vida

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    1. Gracias Mucha! Ocurrencias que llevadas al extremo de vuelven disparates 😄. Si alguna vez vienes por Córdoba te la enseño!
      Un abrazo fuerte

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  4. Muy imaginativo. Unos ojos vigilantes mientras dormimos, con vida propia, dan mucho de sí. La dentadura postiza igual les da un poco de convesación susurrada. Y ni me había dado cuenta del juego de palabras del título, hasta ahora que entro a hacer el comentario.

    Un abrazo, Loles.

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    1. Jajajaja, eso de los dientes no se me había ocurrido, pero es buena ocurrencia!
      Un abrazo Miguel

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