Mirando por la rendija

Se abrió una rendija y atisbó el interior.
A veces le dolía haber tropezado tanto, tan tontamente, creyendo que era otra la piedra, a causa de esa falta de luz.
Algo se rasgó. No quería mirar con detenimiento pero ya lo había visto. Y aun así...

Bautista Buendía fue a contárselo en sueños. Debía ser primo de aquel José Arcadio de Macondo. Hablaba de una manera que sonaba a español de allende los mares.
- Aún es temprano. Tengo que decirle que, así y todo, así como se ve, está bien. Su amigo, el señor que se fue hace tiempo, ya lo sabía. Ustedes se parecen en eso. Pero ya eligieron.  Casi nadie sabe al principio. No se apure.

La luz se colaba en la habitación del sueño dibujando  las sombras danzantes de los árboles vecinos. Se le vino el texto del Génesis:
"Y creó Dios al hombre a su imagen; a imagen de Dios lo creo: varón y hembra los creó."
Y fue tan vívido el sueño que se despertó mucho antes de que sonara el despertador.
En el otro lado de la cama roncaban.
-Duerme tú que puedes- pensó al levantarse mientras buscaba  a tientas las zapatillas. Siempre le maravilló el sexto sentido de sus pies para encontrar la del pie adecuado en la más absoluta oscuridad. Desconectó el despertador  y se estiró sin hacer ruido. Había refrescado un poco pero no como para coger la camisa.
Cogió el móvil. Tenía trabajo pendiente. Aun así volvió a leer los últimos mensajes, también esos que no se atrevió a mandar, ni siquiera escribir.
Todo estaba bien. Podía sentir la atracción. Menuda sorpresa. No era eso lo que esperaba.

Trabajó hasta bien entrada la mañana. En el hospital todo estaba ajeno a su sueño: Visitas a enfermos, revisión de historiales, revisión de tratamientos...La vuelta de las vacaciones siempre es ardua: papeleo que atender, retomar rutinas abandonadas, preparar plantillas para agilizar el trabajo posterior...Tentación de dejarlo todo y hablar sobre Bautista, su sombrero de paja, su cuerpo enjuto, su atuendo básico. De lo bien que se expresaba. De su lucidez. No poder hacerlo lo trasladaba hacia zonas profundas de su mente de donde no sabía si podría rescatarlo.
Se acostó pensando en él. En que ojalá volviera a salir a su encuentro. Cogería su móvil para grabar todo lo que tuviera que decirle. Solo que no sabía si sería posible hacerlo.

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