Dos redes enredadas.

- ¡Qué difícil escribir una obra maestra!- dijo él
-Más difícil vivir y ¡aquí estamos! Y sin instrucciones fáciles de uso, que es  lo jodido. Las mías, por lo menos, venían en japonés. No me enteré de nada hasta llevar más de media vida media consumida.
- ¿Tú querías haber hecho la obra maestra con tu vida?
- Al menos un personaje del Quijote, o haber nacido pícaro.
-Ya no te acuerdas de lo duro que vivían.
- Sí, pero suplían con humor e ingenio lo que les faltaba. Entonces era la vida de la mayoría. No lo veían tan trágico.
- A lo mejor es eso lo que tienes. Que te comparas con otros más ufanos y por comparación...
-Todas son odiosas, especialmente si te sitúas abajo y miras hacia arriba.- Y siguió - Fíjate: 

Por mirar hacia arriba se creyó que podía hacer las cosas mejor hechas. Que podía embarcarse en algo grande.
-¡Grande será si te juntas con quien yo diga, que para eso tengo experiencia de la vida!- le decía su abuela
- Pero yo no quiero casa grande, sino corazón grande, ¿sabes abuela?
-¡Ay niña, no digas tonterías! ¡Si sabrás tú lo que vale un peine! En casa grande cabe de todo.
Y como lo que quería era corazón grande lo fue buscando  hasta que creyó encontrarlo. Él casa grande no tenía, pero ella puso corazón para intentar conseguir lo que anhelaba. Y así, por no perderlo, más que corazón puso una trampa envuelta en algo parecido a un corazón, sin darse cuenta.

-¿Y él? ¿No se dio cuenta él de aquella cacería?
-Espera.

Por mirar hacia arriba se creyó que podía hacer las cosas mejor hechas y que todos supieran lo que hacía. Que podía ser alguien importante porque él pondría en ello todo su empeño, todo su corazón apasionado.
- Importante serás si has de serlo. ¿Qué importancia tendrá que otros lo sepan?- le decía su abuelo.
- Pero yo quiero que lo sepan, ser alguien conocido, servir de estímulo o de ejemplo, que mi madre me mire con orgullo. Y además que mi pareja me acepte y que sea sólo mía.
-¡Ay niño! Tu madre te miró con orgullo desde el día en que naciste, No busques vana gloria. Y las personas no son un balón de reglamento. Hasta con ellos tienes que dar juego.
- Si me conocen por algo bueno, estará doblemente orgullosa. ¿Y que hay de malo en que sea solo mía? ¿No es eso el matrimonio?
Y como lo que quería era ser reconocido por todos, y alguien que lo viera como el único fue buscando hasta que creyó encontrarla. No es que ella destacara por sus nobles obras, ni que no admirara a otros, pero como era de familia conocida y aceptaba lo que él le ofrecía, por no perderla, más que noble corazón él le puso una trampa, envuelta en algo parecido a un corazón, sin darse cuenta.

-Y es aquí cuando empieza la novela picaresca- dice él.
-Sí y no. Sí porque son dos enredados en sus redes. No porque no siempre hubo humor. 
- ¿No se reían?
- Sólo cuando conseguían ver su teatro. Es que las redes a veces se enredaban de lo lindo. Se creyeron su trampa, es decir, no la vieron. ¿Me sigues?
- Solo a medias. 
- Imagina a Lazarillo creyendo en la bondad del ciego o al ciego creyendo en la bondad de Lazarillo. Más que una novela picaresca hubiera sido un drama de Shakespeare. Todo es conocerse y conocer al otro. Si lo conoces, lo puedes tratar conforme a lo que es y tú puedes vivir conforme a lo que eres. Cada uno intentando sortear las dificultades lo mejor que puede, y viendo que, en conjunto, ninguno es mejor que el otro. Tal vez no llegues a la obra maestra, pero... le sacas partido a tu personaje.
- ¡Dos redes enredadas! No me gustaría verme en sus pellejos
- Pues espabila. De nada te sirve ganar haciendo trampas si eres tú la primera víctima.
- Eso es.
- Eso es.



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