¡Que no hay manera!

Tanta ganas les dio de cuerpo el día que me saltó la alarma, que organizamos que viniera la Policía a visitarnos. No eran de la Montada de Canadá pero venían a lomos de sus motos. Cuatro estupendos motoristas (como les llamábamos cuando era pequeña) sonrientes y dispuestos a desmitificar el cartel de "coco" que tienen en nuestro barrio.
Aparcaron las motos a la sombra y ellos mismos fueron los que se encargaron de  montar a los niños por turnos. Los animaron a que tocaran todos lo botones y a soñar que iban conduciendo  con la sirena a todo volumen.

Faltaba por llegar la furgoneta.
-Es nueva, yo no sé si va a caber por la puerta de entrada.- Comentó uno.
- Si no cupiera la podemos aparcar en la puerta y que entren por el lado de la acera. No creo que tarde- añadió el que estaba al mando.
No todos se subieron. Tres de mi clase, aunque han mejorado porque ya no les da miedo estar allí con ellos al lado, están enganchados de mi camiseta mientras hago fotos.

Y en este preciso momento, en el de la foto que estás viendo, se oyó la furgoneta llegar. Dos de mis compañeras se dirigieron a abrir la puerta cuando uno de ellos se acercó.
-Mira, ahí está uno de tus compañeros- le dijo la Jefa de Estudios.
-Ese compañero no viene aquí- Y sin más explicaciones cogió carrerilla y saltó la valla. 
Las dos seños se volvieron rápidamente al oír los gritos:
-¡Quítate los zapatos! ¡Que te los quites te digo!- Era la voz del que ya estaba en la calle increpando  a quien  acababa comprar una papelina en  casa de  uno de nuestros vecinos. 
- ¡Vamos a llevarnos a los niños!
Nos metimos rápidamente en el colegio. 
-¿Por qué nos vamos seño?
-Es que se les ha roto la furgoneta, puede que tarden un rato todavía...
-A lo mejor es que se han quedado sin gasolina- aventuró Elena
- Puede ser, pero nos han dicho que todavía no viene así que, mientras, desayunamos. ¿Quién tiene hambre?- a las once y cuarto todos tienen hambre, les parece una idea estupenda.

La seño de cinco años se asoma a decir que si acaban pronto salimos en un momento. 

En mitad del desayuno entraron dos de los muchachos que habían venido, a regalarles un carnet de policía a cada uno. Son simpáticos mis niños. Estaban tomando tarta que una mamá nos ha llevado por el cumple de su hija. 
-¿Queréis tarta? ¿Os han arreglado ya la furgoneta? -Les pregunta uno
-¡Si es que se han quedado sin gasolina!- sigue Elena
- Todavía no. Es que no nos dan mucho dinero.
Los niños se han quedado muy contentos. La única que no lo está es mi compañera de cinco años. 
- Cuando he salido a preguntar he visto que han cacheado a uno, y esta vez tampoco ha sido a mí. ¡Se me va a acabar el curso! ¡A ver ahora qué invento!


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