A short story . Dimitri Kabalevsky




Miguel estaba estudiando una partitura nueva. Su profesor estaba de baja y la chica que lo sustituyó era muy joven. Dejó a un lado el temario y se centró en lo que tenía que conseguir con los alumnos.
- Un soplo de aire fresco- pensé.
A mí me gustaban los estudios, van con mi forma de ser, pero a mi hijo...yo creo que tiene un don natural para expresar los textos, los estudios pueden ser monótonos aunque a mí me resulte divertido montar el mecano de sus piezas.
-¡Es como un cuento!
-¿Como un cuento?
-Sí, en una ciudad de Estados Unidos, un barrio de esos de casitas iguales, como de los años cincuenta. Eso es lo que he visto mientras  tocabas.
-¿Y cuál es el cuento?

Contar el cuento es lo que no sé. Me encantaría ponerle palabras a esa música tan bella, a la historia que hay debajo, pero no consigo darle forma. No veo la cara de los protagonistas, porque no sé si son personas o es la misma ciudad. Tal vez sea la de una casa que cuenta la historia de sus habitantes.  Hay en la atmósfera un tono de ingenuidad y entusiasmo, de simplicidad y luz  con momentos de turbación. Hay una especie de diálogo más tenso que se resuelve ganando  brillo y autenticidad.
La mano izquierda va descendiendo tonos hasta que remonta para volver a empezar, mientras la derecha mantiene el tono o se pasea haciendo ondas mas breves por el pentagrama. El final está exento de adornos innecesarios, como diciendo que no es necesaria la complejidad para resultar suficiente, para resultar más que bueno.
Sé que el protagonista es un chico moreno. Tal vez añore su ciudad, porque también me vino la imagen de Chicago como vista desde el cielo. Puede que la batalla que libra sea consigo mismo.
Bueno. Ya me queda menos.

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