El punto en el folio en blanco

- Heme aquí ante el folio en blanco.
-¿Qué ves?. Espera. Se te ha olvidado ponerle un punto
-Vale. Heme aquí con un folio en blanco que tiene un punto.
-¿Qué ves?
-Un folio en blanco con un punto.
-¿Sólo eso?
-¿Qué es lo que quieres, que desarrolle mi imaginación, que sea objetiva, o pillarme?
-¿Cómo?

En realidad esta conversación no ha tenido lugar. Pero no me hubiera importado tenerla a pesar del "heme" tan antiguo. Me pidió el dire que los niños hicieran un dibujo en un folio con un punto para poder hablar de lo que habitualmente no vemos. Para pillarnos, vamos. Porque esas propuestas tienen casi todas trampa. Parece ser que cuando le piden a alguien que desarrolle lo que podría ser el punto, se centra en el punto. Mira que somos obedientes.
Acabas de desarrollar que aquello es el punto oscuro que queda en tu retina después de mirar al sol, que todo ocurrió después de salir temprano con tus amigos. Que llevabas preparando la marcha desde hacía tiempo y que al llegar a la cima estaba saliendo el sol no pudiendo evitar mirarlo, que te acordaste de la fábula africana del águila y la gallina, que te entraron ganas de volar, que respiraste hondo y se te puso cara de colgado....
O se te ocurre toda una historia de un balazo en una pared, ves la trayectoria oculta del proyectil, hablas de por qué se oscureció el cerco, del miedo que pasó aquella familia que oyó el impacto por encima de sus cabezas, de cómo escaparon sin hacer ruido, sin mirar atrás, sin saber muy bien cómo lo hicieron...
Te inventas que es el punto perdido de la primera i, que de la alegría por ser diseñada dio un salto, que llegó la o, que siendo redonda lo confundió con un posible rival, le dio una patada y lo mandó a Sevilla, que allí se encontró con las mangas de las camisetas interiores de todos los niños de mi clase cuando van a lavarse las manos (porque se les quedan todas en Sevilla cuando se bajan la manga del jersey), y que quedó en el limbo de las letras hasta que la rescató un escribano cuando se le cayó una gota de tinta...
En fín, que acabas casi sorprendido de lo que da de sí un punto y te dicen:
- Con lo pequeñito que es el punto comparado con el resto, apenas has hablado de lo blanco.
Pues claro, te lo venden así para que hagas eso. ¿A qué viene ahora lo de la mala conciencia?
Y tú, como si te hubieras caído de un guindo,
-Pues es verdad, lo tendré en cuenta para la próxima.
Así que vuelve a leer el principio.  Me encantaría que esa conversación hubiera tenido lugar. 

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