Diario de un seductor

- Me habrá mirado un tuerto- decía él.
Acababa de pedirle el coche a su padre para llevar a su amiga. No lo pudo coger porque lo encontró pinchado.
-¡Pero si puedo coger el autobús! ¡Mira, por ahí viene! Otro día me llevas. Me lo he pasado muy bien. Llámame cuando quieras. No prometo nada pero si estoy disponible....- Le lanzó  una sonrisa y se fue corriendo hasta la parada.

Ella había sido su amor platónico en el instituto. Ahora que por fín se atrevía a llamarla, a salir con ella, que lo había planeado todo para provocar un momento de intimidad, darle un beso de los de verdad y con un poco de suerte un achuchón y... ¡puerca suerte!-¡Si es que lo tenía que haber planeado sin coche!


En menos de un mes se habían visto cuatro o cinco veces.
La primera tenía la llave del piso de su amigo Andrés, que se había ido al pueblo. 
-Hoy vamos a estar tranquilos,- le dijo- te he preparado una sorpresa.
Cuando llegaron al piso conocieron a los padres de Andrés. Habían ido a visitar a un familiar hospitalizado de urgencia y pensaron en aprovechar el fin de semana en la capital.
-¡Qué majos son!- Le comentó ella de camino al museo arqueológico. 
-Sí, sí, encantadores y muy animados, se apuntan a un bombardeo. -
Él, que se las prometía felices, tuvo que pasar al plan B y hacer de cultureta para impresionar. Tal vez pudiera ofrecerle un lado atractivo, quién sabía  si un poco mas adelante...


En la segunda ella acababa de coger la gripe y estaba un poco destemplada. Él, hipocondríaco y cauto hasta la obsesión, la animó a volver temprano a casa y tomarse un colacao bien caliente con coñac. .
-Está visto que no va a ser fácil tener un rozoncillo- se decía- con lo fácil que parece en los sueños, con lo simple que parece cuando lo cuenta Pepe, con la de calentones que me dan cuando pienso en ella, en fin...

La tercera estuvo a punto de meterle mano. Estaban paseando por el parque,  hablaban de una película. Ella decía que no le había gustado, que era demasiado pastelosa, de un romanticismo de figureo que no le resultaba nada atractivo...
- ¿Pero por qué pones esa cara? ¿Sabes que los imitas bastante bien?, ¡Puaj, que asco! Acabo de pisar una caca.-
Y ahí se acabó el momento íntimo fuertemente aromatizado.

La cuarta fue muy cantosa y el principio del final. Se presentó a un concurso de artesanía presentando una pieza finamente tallada por otro.
-Vamos a recoger mi premio y a celebrarlo por ahí. Nos veremos con mis amigos en el bar.
En la exposición había manteles bordados, mantones de Manila, piezas de cerámica, algunos trabajos en madera de pino y aquella cabeza de ébano que le trajeron de un pais remoto. Los amigos iban a un concierto y él pensaba tomar con ella unas copas y...a ver en qué acababa todo. Esperaba deslumbrarla.
- Me alegro que me lo hayan dado a mí- dijo sin el mínimo síntoma de verguenza o arrepentimiento- de alguna manera se reconoce el valor del que la hizo, ya que  no puede estar aquí.
Ella no sabía dónde mirar, y puso la excusa de necesitar ir al baño en el momento de la entrega de premios. Se fue temprano a casa diciendo que algo debía haberle sentado mal, que sentía  no poder acompañarle.

La quinta fue muy breve. Él le pidió dinero prestado. La beca apenas le llegaba para pagarse las cervezas al salir del departamento de Ciencias Medioambientales en el que hacía su tesina. Le hacía falta, pero también era una excusa para demostrarle que era animado, tenía amigos y amigas, era admirado. Podía ser un gancho para provocarle celos, para decirle que a pesar de todo, con quien mejor lo pasaba era con ella.
Ella tenía una pequeña paga semanal que apenas le daba para pagarse las fotocopias en la facultad. Le dio lo que tenía.
-Oye Jose,- le dijo- no me lo devuelvas. Considéralo mi invitación de despedida. He empezado a salir con un compañero de clase. No creo que lo conozcas. Llámame si quieres que quedemos algún día para ir al cine con tu pareja, cuando la tengas.


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