I miss you

Cuando eres pequeño la ves acercarse a los viejos, esos que tienen 20 años o más. Pero está muy lejos. Apenas podrías decir cuál es su aspecto. Te parece  casi natural que se vayan con ella. No la conoces. No tienes interés en conocerla. Nunca se ha acercado tanto que pueda preocuparte. Además, qué interés puede tener en tí si ya le diste de lado cuando tuvo la ocasión de conocerte íntimamente.

Van pasando los años y la ves besando a  algún conocido. Dejas de verlo, para siempre. Tampoco es para tanto. También las circunstancias  te separaron  de alguno de tus amigos, de alguno de tus parientes. Aunque a esos últimos los veías poco. Casi no tenías relación con ellos. Era más normal que hubiera un intermediario que te informara de su estado de salud o de sus últimas noticias.
Es casi irreal que pueda alcanzarte.

A veces sofisticada y a veces harapienta a todos concede cita. Hay quien la esquiva hasta el límite de sus fuerzas
Cuando seduce a alguno de tus amores sientes que se lleva una parte de tí sin tu permiso. Y el dolor te desgarra sin avisar y todas tus vísceras lloran por el que se ha ido, porque tanto poder de seducción te empequeñece, te sobrepasa, hace que te sientas ínfimo. Y  si alguna vez la suerte te tienta para llamarla, la despachas aun con pesar, para no proporcionar tanto dolor gratuito.

Una vez llegó demasiado pronto y nadie lloró la vida que robaba sino el dolor que dejó entre los suyos.
Una vez vino llegando casi tarde y la pena no llegó de pronto sino lenta y honda.
Aún hay veces que me llega la voz de mi amigo al que no veo y se me escapa una sonrisa. Pero le echo de menos, quisiera ver sus ojos audaces y tiernos, su voz única, su amor sólido y sin aspavientos.
Cuando venga a por mí nos reuniremos. Pero no todavía. Aun la quiero lejos.







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