Brasil


13 julio 2017

Llegamos a Sta Terezinha por el río Araguaia, al anochecer. Habíamos empezado el viaje el día anterior: En avión a Brasilia con escala en Lisboa.  Otro avión nos llevó a Palmas, la capital de Tocantins,donde dormimos. El último tramo del viaje, adentrándonos en el corazón de este país inmenso, lo hicimos en autobús y en canoa. Cuatro horas navegando por el río, ¡pero en preferencia! Esas magníficas butacas hicieron que la travesía fuera casi cómoda. Ahora sé por qué no podía imaginarme llegando a este lugar.


Manú, amigo de Félix , nos recogió en el autobús. Hay una complicidad, una ternura y un sentido del humor entre todos los amigos de Félix que me emociona.


 No me canso de hacer fotos. El viento que trajimos al principio cuando nos recogieron se fue calmando y el Araguaia se convirtió en río tranquilo casi un espejo. Fueron cuatro horas remontándolo que no me importaría repetir.

Félix nos recogió y nos llevó a casa de Leuter, donde vamos a pasar unos días hasta que salgamos para São Félix do Araguaia.
Es una casa típica, con tres dormitorios y una habitación que fue despacho, pero que se habilita como dormitorio cuando hay invitados,cosa que ocurre con muchísima frecuencia. También tiene dos patios detrás, de tierra, el último con un poco de mata (la vegetación típica de aquí). Acuden muchos pájaros, alguna iguana y cutías, un roedor que es algo  entre la ardilla y la liebre, a los restos de comida que les dejan allá al fondo. Me encantan los mangos y piquís que tiene, unos árboles frondosos y altos que dejan una sombra densa y fresca, la estructura de madera que sustenta las tejas, a la vista en la mayor parte de la casa, el porche donde comemos, donde Félix no para de contarnos cosas que ha vivido, donde nos encontramos con los amigos de Leuter.  Hablan entre ellos y nos sugieren, a veces nos llevan, a lugares que les gustaría que conociéramos. El portugués que hablan es difícil para mí, apenas llevo tres meses aprendiendo, y me da rabia no poder entender todo. Afortunadamente Félix habla en una mezcla de español y portugués y muchas de sus historias acaban en  carcajadas generales.
Leuter a veces se queja de que comemos poco. Es imposible comerse todo lo que prepara aunque todo esté bueno. Es sin duda una gran cocinera. Me impresiona la suavidad y firmeza que tiene, su sonrisa franca, su generosidad.

La única pega de Sta Terezinha es lo difícil de las comunicaciones. Internet no siempre funciona bien. Aunque whatsapp vaya bien,los sms no llegan a sus destinatarios, y cargar una foto en el blog, o incluso abrirlo, puede ser cuestión de suerte además de un tiempo más bien prolongado.

14 julio 2017

He dado un paseo con Quino por el pueblo. Tiene apenas 50 años. Los posseiros buscaron dónde asentarse, y después de dos intentos se quedaron aquí. 




Después del paseo nos recoge Manú para ir a la Igresia do Morro, donde está la casa de la comunidad. Hoy había un encuentro de familias. Parte de ellas celebrarán mañana una boda, las que han venido de fuera se quedan a dormir aquí.
Añadir leyenda


Manú nos explicó la pintura de Cerezo que hay en la iglesia. .

La naturaleza es exuberante, en la misma ciudad puedes ver un colibrí y un águila

Uno de los mangos de la casa de Leuter.

Comentarios

Entradas populares