El mago

El público aplaudió con entusiasmo cuando la mujer bala fue lanzada justo a un par de metros del bote salvavidas.
-Y ahora con todos ustedes, venido de la remota India, nuestro  mago el Gran Akhila.


Un haz de luz iluminó un baúl de madera y cuero que estaba abierto en el mismo muelle. Se acercó un muchacho con un turbante y un kurta de seda del que se desprendió apenas empezó a sonar la música.
Del baúl salieron objetos difíciles de definir y empezaron a girar entre sus manos como si fueran las pelotas de un malabarista.

¿Qué era aquello? Algunos desprendían una luz tenue, otros parecían más una bola de humo...el pequeño Akhila parecía transportado  a un mundo más allá del puramente físico. Se hizo un silencio íntimo y muchos creyeron ver en aquellos objetos lanzados y recogidos con tanta precisión partes de su propia vida: momentos en los que descubrieron a un amigo, una traición,  su propia mediocridad, intuyeron el afecto que eran capaces de dar...Luego bajó la intensidad de la luz, se cerró el cofre y Akhila desapareció como tragado por su propio turbante.
En menos de un minuto salió el jefe de pista acompañado por el mago que saludaba con grandes reverencias mientras se oía  su nombre.

Ramón también había visto algo extraordinario durante la actuación: eran las palabras que rescataba de la quilla de los barcos que limpiaba, un escudo formado por muchas de ellas, el brillo de unas escamas que le hicieron acordarse de su sirena, unas llamas danzarinas que no supo interpretar y una mochila repleta de cachibaches inútiles a la que sonrió como a un viejo amigo.


Se fue despacio hacia la playa. Esa había sido magia de la buena.
-¡Caramba con Akhila!¡Si es solo un muchacho!

Comentarios

Entradas populares